Los argentinos obtienen buena parte de sus proteínas de los lácteos y de la carne. Sin embargo, la recesión y la inflación han obligado, por un lado, a modificar hábitos de consumo y, por otro, establecer diversas estrategias de venta. Aunque los precios de ambos productos se han morigerado y la variación entre marcas y comercios es alta, lo cierto es que desde ambos extremos de la cadena hacen malabares para perder lo menos posible. En el medio, los productores tampoco están en el mejor de los mundos.
El combo es complicado ya que inflación y recesión mediante, los aumentos han sido menores que en los meses previos y en algunos productos se ha observado una baja relativa. Sin embargo, a los clientes les sigue sin alcanzar la plata por lo que no solo restringen consumos sino que también realizan reemplazos de productos y retacean porciones. En este marco, los comercios realizan ofertas de distinto tipo para poder vender y no morir a medida que todos los costos aumentan.
El presidente de la Confederación Intercooperativa Agropecuaria (Coninagro), Elbio Laucirica, expresó que el consumo se ha caído tanto en lácteos como en carnes. En consonancia, Rubén David, gerente del mayorista Oscar David, expresó: “El consumo se murió”. Agregó que en el sector lácteo muchos precios han bajado, pero la dispersión es muy grande entre unas empresas y otras. Con relación a la carne también ha bajado el consumo aunque aquí es más notorio el cambio de hábitos.
Carne: un poco de cada cosa
Los precios de la carne se han estabilizado y, en palabras de Lauricica, se encuentra en precio competitivo si la inflación no continúa en alza. Del mismo modo, José Rizzo, presidente de la Cámara de Abasteros y Matarifes de Mendoza, destacó que los valores de la carne de vaca están estables debido a la recesión. En las carnicerías, no obstante, el costo del cerdo ha tenido una baja cercana al 15% mientras que el pollo, tradicionalmente más económico, también se ha mantenido. La recesión ha impuesto una baja en este sector que, sin embargo, ofrece otras posibilidades de consumo debido a la variedad de carnes que se pueden consumir.
En este contexto, los clientes mezclan los tipos de carne que se llevan en función de las diversas posibilidades económicas de cada uno. Ni hablar de la búsqueda de la oferta casi de manera constante. “En las condiciones actuales el precio en la góndola que son los productos alternativos ya que cuando la carne de vaca está barata la gente la compra más que al pollo o al cerdo”, comentó Laucirica. Con respecto al asado, las ventas se concentran los fines de semana, muchas de ellas apalancadas por la promoción del banco Nación/Modo. En tanto, durante la semana, se vende más la blanda para bifes o milanesas que hoy tiene precios de entre $6.500 y $7.200 por kilo.
Por este motivo, además del cambio del tipo de animal a la hora de consumir carne, los clientes también eligen más la molida y los cortes que más rendidores para la diaria. De este modo, a la par que se mueven los precios también lo hace el consumo ya que las carnicerías podrían empezar a ofertar el asado u otros cortes con el objetivo de tener equilibradas sus heladeras. No obstante, el fin primario es sostener las ventas lo más posible ya que en un marco de costos que crecen, las cuentas cierran cada vez menos.
El sector lácteo, en alerta
“El sector lácteo está en color rojo bermellón”, graficó el representante de Coninagro, entidad que elabora mensualmente el semáforo de las economías regionales que en la actualidad está complicada, entre otros puntos, por el encarecimiento de los costos. Los productores de vacas lecheras tienen un alimento más caro en dólares debido a que utilizan muchos subproductos de la soja. Este alimento que se exporta en buena parte y que cotiza en dólares, también determina el valor del alquiler de los campos aunque sus productos se vendan en el mercado interno.
Aunque los lácteos están entre las mercancías que más había aumentado de la canasta con valores al alza en el caso de yogures y de quesos, en la actualidad se ha producido cierta baja aunque no en todos los casos. “En leche se ha observado una baja de precio, sobre todo las líquidas”, contó Rubén David. Sin embargo, el gerente del mayorista aclaró que no hay una tendencia generalizada y que existen grandes variaciones entre una empresa y otra así como en función de los distintos productos.
“No hay un común denominador ya que cada marca maneja sus precios. Algunas disminuyen por baja de ventas y otras suben por un tema de costos”, señaló el empresario. En este marco, expresó que como comerciante trata de comprar las más económicas para poder ofertar en medio de la inflación aún alta y solo lo indispensable del resto de los productos. Por otro lado, por una cuestión estacional, los quesos deberían comenzar aumentar, pero lo cierto es que también es importante poder vender. “La leche hay que sacarla por lo que habrá que esperar a ver qué sucede”, dijo David quien expresó que la incertidumbre es alta con relación a los precios.