Durante décadas, la manteca estuvo catalogada como la “gran culpable” del colesterol y las enfermedades cardiovasculares. Pero investigaciones recientes aportan nuevas miradas: al considerarla dentro de una alimentación variada y consciente, la manteca podría tener un lugar legítimo.
Qué es lo que dicen los estudios
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La manteca contiene ácidos grasos de cadena corta y media, que pueden metabolizarse de forma distinta al exceso de grasas saturadas procesadas.
Aporta vitamina A, vitamina D y ácido butírico, componentes importantes para la salud intestinal y el sistema inmune.
Al analizarla en el contexto dietético completo —no como un alimento aislado— algunos estudios sugieren que su efecto negativo depende más del perfil global de la dieta que del ingrediente en sí.
Cuándo usar manteca con prudencia
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En cantidades moderadas: usar manteca como acompañamiento o para dar sabor, no como base predominante de la dieta.
Preferir manteca de buena calidad (producida con leche de animales bien alimentados).
Equilibrarla con grasas saludables como las del aceite de oliva, pescados grasos, frutos secos.
Fuente: La Voz