Las emblemáticas firmas santafesinas perdieron capacidad de pago y pusieron en riesgo la continuidad de un círculo virtuoso, algo que golpea a muchos pequeños productores.
Prensa Senador Felipe Michlig

Las crisis que atraviesan dos grandes empresas agroindustriales santafesinas por estos días reflejan las dificultades que impone un país con poco sustento financiero, y dan cuenta del complejo entramado en el que está insertada la producción del campo.
El caso más resonante de los últimos tiempos es el de Vicentín, la firma casi centenaria con sede en la localidad de Avellaneda que comenzó como un almacén familiar de ramos generales pero que con el tiempo se transformó en la principal empresa exportadora de harinas y aceite de bandera nacional. Un ambicioso plan de expansión, un endeudamiento excesivo y la volatilidad cambiaria del escenario local la dejaron en una situación vulnerable, con un pasivo estimado en USD 1.350 millones y un pedido de concurso preventivo.
Pero aunque el foco hoy está puesto en esa firma, nadie olvida la larga decadencia que está viviendo otra empresa de la misma provincia: SanCor. A pesar de conseguir algo de oxígeno a comienzos de 2019 con la venta de algunas fábricas y marcas a Adecoagro, la cooperativa láctea no encuentra solidez y continúa en un proceso de retracción en el que el último capítulo es la parálisis en la que se encuentra su fábrica de la localidad santafesina de San Guillermo.
“Desde hace años la cooperativa se encuentra atravesando un proceso de crisis económica financiera que afecta su proyección productiva, su desarrollo y la generación de empleo. En el caso de la planta de San Guillermo, es una de las más modernas, con un importante desarrollo tecnológico y logístico. En su momento, llegó a procesar 650.000 litros de leche por día con 140 empleados”, explicó recientemente el senador provincial por el departamento santafesino de San Cristóbal, Felipe Michlig.
SanCor y Vicentín se nutren de la materia prima de los campos de Santa Fe y de todo el país. Miles de tambos se ven afectados cuando la usina a la que le entregan la leche deja de tener capacidad de pago. Y lo mismo sucede con los productores de granos que proveen a Vicentín
“Actualmente, y como consecuencia de los problemas que acarrea y los retiros voluntarios que llevó a cabo, la empresa procesa 100.000 litros de leche por día y ocupa alrededor de 100 empleados. La planta de San Guillermo y su personal se encuentra paralizado desde hace más de 15 días”, agregó.
Fernando Córdoba, presidente de la Mesa Provincial de Lechería de Santa Fe (Meprolsafe), comentó que Sancor “está en total decadencia, hoy no está procesando más de 450.000 litros diarios, sus plantas están obsoletas y los empleados que aún no se retiraron están cobrando en cuotas”.
Respecto a las razones que llevaron a este panorama desolador, Córdoba es contundente: “Cuando la maneja gente que no está capacitada, cuando los gerentes no son los dueños, a veces no son todo lo responsable que deberían ser. En el sector hay muchas empresas y cooperativas que funcionan muy bien, lo que deja claro que allí hubo una falta de profesionalismo de las personas que la tenían que dirigir”, afirma.
Ambas crisis
Entre los casos de SanCor y Vicentín hay un eslabón que encadena ambas crisis. En 2016, como parte de su plan de expansión hacia nuevos rubros, la compañía de Avellaneda formó la sociedad Alimentos Refrigerados S.A. (ARSA) y le compró a la cooperativa láctea el negocio de yogures, postres y flanes por USD 100 millones. La operación le daba a SanCor un aire que no fue suficiente, y a Vicentín le daba una solidez que a la luz de los acontecimientos actuales puede terminar resultando demasiado pesado.
Más allá de las explicaciones que se puedan encontrar para la decadencia de ambas empresas, hay ciertas similitudes que vale la pena remarcar para entender las consecuencias que estos casos tienen en el interior productivo.
Tanto SanCor como Vicentín se nutren de la materia prima que se produce en los campos de Santa Fe y de todo el país. Miles de tambos se ven afectados cuando la usina a la que le entregan la leche deja de tener capacidad de pago. Y lo mismo sucede con los productores de granos que proveen a las plantas de Vicentín. Por eso, en cuanto tambalea una industria y se pone en duda esa capacidad de pago, la provisión de materia prima se ve afectada, se corta el círculo vicioso que permitiría, con algo de suerte y paciencia, salir de las crisis.
Hoy, muchos tamberos que proveían de leche a SanCor dejaron de venderle, algo lógico si se tiene en cuenta que hay mucha gente a la que SanCor le sigue debiendo mucho dinero por la compra de leche. Vicentín no quiere correr la misma suerte y está analizando caminos a seguir para saldar sus deudas sin dejar de operar, pero el horizonte no se ve para nada sencillo.

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