Los establecimientos lecheros registran pérdidas y enfrentan riesgos para evitar una caída de la producción láctea.

Los tambos no pueden ganarle a la inflación y sufren pérdidas en los últimos meses del año. La suba de los costos y del dólar son algunas de las determinantes que repercuten en el sector. El miedo ante una caída de la producción láctea y el fantasma del desabastecimiento.
Según el último informe semestral de la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA), tanto el tambo como el comercio registraron pérdidas de -$1,94 y -$1,45 por litro, respectivamente. En esta línea, la entidad señala los principales factores que incidieron en la cadena láctea durante el último semestre del 2020.
De acuerdo a FADA, mientras la inflación acumuló un 14% en este período, el tipo de cambio aumentó un 19% y la leche cruda solo un 5%. Sin embargo, los costos continuaron creciendo.
Entre las principales causas, David Miazzo, jefe de la entidad, menciona a los Precios Cuidados y Precios Máximos impuestos por el Gobierno como el principal problema que enfrenta el sector. Para el economista, este tipo de programa no solo anula la posibilidad de que los valores del producto que venden las industrias vayan acompañando a la inflación, sino que también repercute sobre la materia prima, provocando graves distorsiones en la cadena láctea.
Por otro lado, el especialista señala a la brecha en la relación insumo-producto como otro de los inconvenientes. En este sentido, el relevamiento publicado detalla cómo cayó esa relación desde febrero hasta la fecha, pasando de una capacidad de compra de 1,9 kilogramos de maíz por cada litro de leche a 1,54 kilogramos.
El estudio también explica que de los $60 que paga el consumidor por cada sachet de leche, solo $0,50 se corresponde con la ganancia en toda la cadena: el 87,5% representa los costos; el 11,6%, los impuestos; y solo el 0,9% termina siendo ganancia para la cadena.
Por último, el experto destaca que, ante la caída del consumo –agravada por la pandemia y por la baja del poder adquisitivo de la población–, la actividad exportadora ha sido la única vía que –hasta el momento– ha permitido que la cadena láctea pueda sostener su producción y fuentes de empleo.

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