Se trata de Lácteos Vidal, ubicada en Montezuma, a 30 kilómetros de la localidad bonaerense de Carlos Casares; apuntan contra el sindicato Atilra

“Así no podemos seguir. No se puede entender tanto ensañamiento con nuestra empresa. No damos más. Fue una gota que rebalsó el vaso, que sea lo que Dios quiera”.

Con esas fuertes palabras, Arturo Díaz, apoderado y director técnico de la fábrica Lácteos Vidal, ubicada en Montezuma, a 30 kilómetros de la localidad bonaerense Carlos Casares, explicó lo que la usina láctea viene padeciendo hace 15 días por parte de la Asociación de Trabajadores de la Industria Lechera de la República Argentina (Atilra), donde el gremio bloquea la entrada y mantiene imposibilitado el ingreso del personal de la empresa.

Según comentó, el 18, 19 y 20 de julio pasado el gremio decidió de manera intempestiva realizar un bloqueo “con la excusa de una nueva enmarcación de las categorías por antigüedad de los trabajadores”.

En ese contexto, el 20 del mes pasado, el Ministerio de Trabajo dictó una conciliación obligatoria que venció el martes pasado y ahí fue que el sindicato volvió a proceder con la misma medida. “En el sector lácteo no existe tal enmarcación, la enmarcación es por la actividad que desarrolla cada trabajador en cada sector de la planta”, explicó el director.


Feinmann entrevista a la dueña de la planta láctea bloqueada

“Nunca nos atrasamos un día de pagar los aportes, los sueldos ni las cargas sociales. Es algo personal, porque nadie en la historia se animó a ir contra este sindicato. Nosotros fuimos contra un delegado y ganamos y les quedó la sangre en el ojo. Fue un precedente que les dejó una bronca muy grande”, dijo.

“En esta actividad, por miedo, la gente siempre termina cediendo, pero yo me pregunto ¿hasta cuándo vamos a seguir cediendo? Es una empresa familiar y estamos muy cansados de los constantes aprietes y de las amenazas a nuestros empleados que quieren venir a trabajar, pero tienen miedo a hacerlo. Al encargado de la planta lo amenazaron y le cascotearon su casa a las tres de la mañana”, añadió.

Díaz hace 27 años que trabaja en la empresa, donde en total son 45 empleados de la campaña láctea que procesa 150.000 litros diarios. En este escenario difícil que atraviesan, se mostró agradecido a sus colegas que cubrieron sus baches a pesar de que están siendo también intimidados.

“Los amenazaron que si alguno nos da una mano y nos reciben un camión de leche, les van a cortar la fábrica a ellos también. No somos partidarios de tirar un solo litro de leche, sobre todo en el momento que estamos viviendo en el país, donde la pobreza y la falta de trabajo es acuciante”, enfatizó.

Para Alejandra Bada Vázquez, dueña y a cargo de la empresa, lo que está pasando “es una injusticia”.

“Es un ataque a la propiedad, al derecho a trabajar, es descabellado porque el gremio no sabe ni qué reclamar. Esto lo creó mi padre, Vidal Bada Blanco (hoy tiene 84 años), y mi madre Alicia Vázquez. Mi padre es un inmigrante español que en 1961 llegó a la Argentina y no tenía ni donde dormir. De hecho, durmió en el banco de una plaza de Villa del Parque, hasta que consiguió trabajo en una fábrica de mozzarella. Luego se puso a revender esa mozzarella y cuando se casó con mi madre, juntos en el 1975 comenzaron en Villa Devoto a reamasar masa de mozzarella comprada de Luján”, contó.

“En 1981, con mucho esfuerzo y endeudándose compraron un campito y al poco tiempo una fábrica láctea fundida acá en Montezuma, así empezaron. Es una injusticia, a esta gente que no le importa el sacrificio de los demás ni les importa arriesgar el trabajo de todos. Si esto sigue así, lamentablemente vamos a tener que suspender personal e incluso echar. No puede ser que nadie tome cartas en el asunto cuando está en riesgo tantas fuentes de trabajo”, cerró Bada Vázquez.

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