Por la pérdida de poder adquisitivo, de la mano de una inflación que no dio tregua, el consumo de productos lácteos muestran en el primer cuatrimestre del año una caída del 12,5% medido en toneladas en comparación con 2018. La baja se siente fuerte en aquellos que generan mayor mano de obra o mejor dicho, con valor agregado. Yogures, flanes, postres, leches chocolatadas, leches saborizadas y quesos procesados, son los alimentos que sienten el golpe de la recesión.
Los datos fueron consignados por el Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (OCLA) que detalló en primera medida que en el conjunto, las leche fluidas tanto refrigeradas como no refrigeradas, presentaron una merma interanual para los cuatro primeros meses del año del 13,6%, donde la caída se dio en el orden del 24,8% en las leches no refrigeras (las habitualmente conocidas como UAT y en su presentación en envases de cartón) y experimentando una leve suba del 1,2% en las leche refrigeradas (las habitualmente conocidas como leches en sachet). El consumo optó por esta última dado su menor impacto en los precios, pero igualmente la mejora es muy incipiente.
“Hoy no se ven las segundas marcas en las góndolas dado que es la leche que tomó la industria para exportar”, afirmó a BAE Negocios, el vicepresidente de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), Jorge Chemes.
El tambero alertó que al contrario de lo que se espera, la producción se va a resentir en los próximos meses dado que las vacas están resentidas por la mala alimentación con “lo cual tendremos una faltante de leche que no llegará a la industria”, dijo.
El informe del OCLA sostiene que las ventas entre enero y abril muestran un consumo per cápita de 172 litros frente a los 190 litros de 2018. La baja es del 9,7%. Medido en toneladas el retroceso fue del 12,5 por ciento.
Lo llamativo y que es un llamado de atención es la presencia y consumo de productos “sustitutos” como son las bebidas con alguna “base láctea”, los “rallados” que sustituyen a los “quesos rallados”, algunos untables, como así también todo el set de bebidas provenientes de otras “mal denominadas leches”.
Se trata de pseudoleches dado que están diluidas con agua lo que deja al descubierto una menor proporción de calcio frente a la verdadera hecha con leche. Son productos que están autorizadas por el Código Alimentario. Dado su bajo valor y frente a la desaparición de las segundas marcas, la población de menos recursos es la que los consume. Claramente se deteriora la calidad nutritiva de la población.
Un dato llamativo del trabajo publicado, es que reconoce la existencia de un mercado negro el cual dice se da “en procesos de alta inflación y deterioro del salario real”, lo que hace que “la comercialización de productos lácteos fuera del circuito formal, crece, y se escapan del radar donde las estadísticas tanto oficiales como privadas las pueden captar”.