El dedo acusador responsabiliza a los productores de alimentos de maltratar a los animales y dañar nuestra vida en el planeta tierra, pero la lechería es la actividad pecuaria que más observa el bienestar animal.

Bienestar humano

La semana pasada les conté, en un artículo muy impactante y que generó mucha polémica, sobre la alta tasa de suicidios entre los granjeros en Australia.

A algunos por acá, literalmente desde el otro lado del mundo, les pareció incluso raro, y no dudamos en mostrar los datos. Y es que, en el trajín de la vida productiva, queda poco tiempo para pensar en cómo nos sentimos, e identificar cómo las cosas que nos golpean van haciendo mella en nuestra psiquis, hasta llegar a fondos impensados.

Una de las cosas que golpea sin tregua a los productores de alimentos, es el dedo acusador que los responsabiliza de maltratar a los animales y dañar, cual si fueran monstruos inescrupulosos, nuestra vida en el planeta tierra. 

Los activistas defensores del bienestar animal están enfocando su atención en la industria lechera

Si bien puede haber una minoría que se opone, la industria láctea todavía sigue siendo un importante contribuyente económico para los sectores industriales y comerciales. Pero, existe una preocupación por la explotación de las vacas, y el bienestar animal en general.

Según los activistas, las vacas son inseminadas artificialmente y contra su voluntad, y luego de parir, separadas de sus crías. Viven sobre pisos de concreto, lo que les causa sufrimiento, y aunque algunos agricultores pueden tratar a sus vacas con más consideración que otros, los activistas afirman que no existe tal cosa como leche libre de crueldad. 

Los humanos y los animales son especies distintas

Con diferentes sistemas de comportamiento y patrones de apego, los humanos tienen una capacidad cognitiva y emocional mucho más compleja que la de la mayoría de los animales, lo que significa que sus relaciones y vínculos emocionales son mucho más intrincadas.

Los bebés humanos y sus madres tienen una dependencia emocional y física, que se desarrolla a través del contacto y la alimentación temprana. Este vínculo se basa en en el reconocimiento de  la voz, el olor y el tacto de su madre. 

En los animales, en este caso en las vacas lecheras, el vínculo entre madre e hijo se sustenta en el instinto y la supervivencia. Entre ellos, la separación es un proceso natural.

Esto no significa que los animales no experimenten emociones, pero la separación de un bebé y una madre humanos, es un procesos diferente de patrones de comportamiento y vínculos emocionales. 

Amamos a nuestras vacas

Por lo general los agricultores lácteos se enorgullecen del trato que le dan a sus vacas y dejan claro que los videos de cámaras ocultas de grupos activistas, que aparecen cada tanto, no representan la norma.

A mí me puso a hablar de lechería, una mujer horrenda que decía barbaridades de la producción lechera, en libros y conferencias, que me parecieron tan tremendos que no podía dar crédito a nada, y sentí la necesidad de salir a decir la verdad. Eso de lo que, hasta entonces, no tenía pruebas pero tampoco dudas.

Como siempre fui conciente del daño que hace el que desde lugares influyentes, habla sin saber, me puse a estudiar sobre producción lechera. En el proceso conocí a muchos productores que me transmitieron su amor por su tarea (imposible ser inmune a semejante pasión), en ese amor viene el cuidado, el respeto y la compasión por sus animales.

Y también aprendí, que una vaca mal tratada, enferma, incómoda, no produce en los niveles necesarios para que sea rentable. Bienestar animal y lechería están en la misma definición. 

Para servirles

Es difícil determinar si los animales de producción sobrevivirían sin la intervención humana, porque han sido criados durante generaciones para vivir y crecer en granjas y no en la naturaleza. 

Los humanos les proporcionan un medio de vida seguro, les brindan alimento, agua, refugio y atención veterinaria. Los criadores de animales de producción trabajan para mejorarles las condiciones de vida y asegurarles un trato respetuoso y considerado en todo momento. 

Hoy es una tendencia, y muy buena, la de los consumidores que evalúan la forma en que se producen los alimentos que eligen, y que sus decisiones sean informadas y basadas en la ciencia y el bienestar animal. 

Lo malo es que no en pocas oportunidades se ven influenciados por un bombardeo informativo de procedencias poco fiables que se presentan como dueñas irrefutables de la verdad… una bastante amañada verdad.

Los activistas argumentan que las vacas en la industria lechera son “esclavas” y que la producción de leche es lisa y llanamente explotación en el peor de los sentidos, basándose en la idea equívoca de que las vacas tienen una conciencia y un sentido de identidad similares a los humanos.

Humanizar a los animales

Humanizar a los animales de producción, proyectar en ellos nuestras propias emociones, puede llevarnos a conclusiones erróneas y a la toma de decisiones políticas y económicas, que determinan la vida de las personas, con prejuicios, en lugar de evidencia científica, lo que tiene consecuencias negativas para la economía y la sociedad en general. 

También las tiene, para las personas que dedican su vida a producir alimentos.

Por ejemplo, el entorpecimiento de la producción láctea genera pérdida de empleos y disminución de la producción de alimentos de alto valor nutricional, con un consiguiente impacto negativo en la seguridad alimentaria. 

Cualquier toma de decisiones, que influya en la vida de las personas, debe basarse en evidencia científica y en un enfoque equilibrado para abordar cada problema. 

En vez de demonizar a la industria de producción animal como la lechería, y apalancarse en ideologías, se deben buscar soluciones que equilibren el bienestar animal con la sostenibilidad económica y la seguridad alimentaria. 

Consumir lácteos hace bien… y producirlos es una noble tarea que debe enaltecerse.

Ustedes ¿Ya tomaron su vaso de leche hoy?

 

Valeria Hamann

 

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