La producción de leche cayó más del 12% en el primer semestre, pero los precios al productor se recompusieron. Efectos positivos de la suspensión de retenciones al sector y perspectivas de crecer en exportaciones.
LÁCTEA
Efectos positivos de la suspensión de retenciones al sector y perspectivas de crecer en exportaciones.
La lechería argentina muestra hoy las dos caras de la moneda. La producción llegó en junio a 842 millones de litros, un 7% más que en mayo, aunque en la comparación interanual retrocedió -7,1% y en el acumulado de los primeros seis meses del año se registra una caída de -12,6%, según datos del Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (OCLA).

En este contexto, el sector productivo aún no se recuperó del impacto que tuvo la sequía de 2023 en el rodeo por falta de pasturas, lo que se tradujo en animales mal alimentados, que ahora dan como resultado menos producción.

Incluso muchos productores apelaron a la liquidación de vientres, que no es otra cosa que sacar del ciclo reproductivo a las madres. Y además continúa el ya conocido cierre de tambos, ante las dificultades para operar.

Se calcula que en la actualidad hay unos 9.600 tambos en país, pero cada año dejan de operar entre 400 y 500 tambos, por quiebras, abandono de la actividad o para destinar los campos a la agricultura, que en muchos casos es más rentable y en apenas una campaña empieza a dar resultados, mientras que para la producción lechera -también la ganadera- se requieren no menos de tres años desde la inversión inicial.

Sin embargo, la foto actual parece mostrar un cambio de tendencia. “El sector hoy tiene otra perspectiva, hay una esperanza hacia futuro porque hay mejores precios y más estables para el productor, en torno a los $400/405 por litro”, aseguró Marisa Boschetti, productora y coordinadora de la Comisión de Lechería de la Federación Agraria Argentina (FAA).

El clásico tironeo entre los distintos actores de la cadena de valor, por los precios pagados por la industria a los productores, bajó algunos decibeles porque hoy se están recomponiendo los precios, a partir de tomar como datos de referencia los valores publicados por el SIGLeA (Sistema Integrado de Gestión de la Lechería Argentina). SIGLeA es una mesa técnica que agrupa a todos los actores y hoy se está utilizando como herramienta para negociar los precios.

En un contexto en el que muchas actividades tienen subas de costos mucho mayores a los ingresos y en la práctica “corren de atrás a la inflación”, el precio del litro de leche de referencia de SIGLeA subió 294,7% interanual, más de 20 puntos por encima de la inflación, y 3,6% en junio versus mayo.

Retenciones en el freezer

El otro factor que mejoró el humor de los productores y las perspectivas del sector es el mantenimiento de la suspensión de los derechos de exportación para los productos lácteos, renovada en junio pasado con vigencia hasta junio de 2025.

“El 30% de toda la leche producida va a la exportación, es un buen porcentaje. La suspensión de las retenciones no sólo es buena para los exportadores, también mejoró el precio al productor”, destacó Boschetti. Y agregó que “cuando le sacás el pie de encima con los impuestos, el sector productivo reacciona rápido”.

Hasta que se frenaron las retenciones del sector lácteo el año pasado, la leche en polvo, el principal productor exportado, tributaba el 9%, mientras que los quesos tenían derechos entre 4 y 4,5%, dependiendo de los tipos y calidades.

“En 2023 hubo dos eventos muy complicados para la lechería argentina, por un lado, el fenómeno La Niña con tres años seguidos de sequía, y por el otro, las bajas reservas forrajeras (alimentos para animales) o poco desarrollo de cultivos para pasturas”, explicó Alejandro Sammartino, productor lechero y exsubsecretario de Lechería de la Nación.

Sammartino consideró que “la foto de hoy es muy buena” y explicó que la lechería funciona cuando con un litro de leche se puede comprar un kilo de maíz o dos kilos de soja, insumos clave para la producción.

“Luego de la devaluación de diciembre se podía comprar 2,4 kilos de maíz por litro de leche, mientras que en 2023 era 1,3 kilos. En el caso de la soja llegamos a poder comprar 0,7 kilos por litro de leche, hoy está en 1,42”.

Perspectivas

Tras admitir que se está acumulando un relativo atraso cambiario, por el ritmo de devaluación del peso menor a la inflación, señaló que si eso no se corrige “la competitividad láctea va a caer”.

Hacia delante Sammartino espera un “segundo semestre muy positivo”, que no llegará a compensar completamente las caídas de la primera parte del año, dado que se proyecta una caída de la producción de entre el 4 y 5% en el año.

Frente a ese escenario indicó que “hoy el consenso en la cadena láctea es que vamos hacia un escenario de más exportación”. Y las inversiones empezaron a fluir, por lo menos entre los tambos más grandes, que se están tecnificando, incorporando tecnología, uso de sensores, integración de programas, robots.

Pero no es fácil invertir porque “falta financiamiento, las líneas en entidades privadas están, pero es difícil acceder, por eso las inversiones son puntuales”, señala Boschetti. Y recuerda que la inversión para un tambo con producción mediana a baja requiere “unos 250.000 dólares para arrancar”, orientada a máquinas, equipos de frío, controles con collares y refacciones necesarias en la planta.

El dato positivo es que el Gobierno estaría trabajando en lanzar una línea de crédito para el sector, con repago “a valor producto”. Es decir que se va devolviendo con litros de leche, lo que despega el costo financiero de vaivenes con el tipo de cambio y otras variables que el productor no controla.

En cuanto a las exportaciones, hoy la leche en polvo representa un 40% del total, muy concentradas en Brasil, donde van 8 de cada 10 toneladas del producto, mientras que el resto se embarca rumbo a Argelia. A China mayormente se manda suero y a Chile llegan quesos argentinos.

Pero hay una gran oportunidad de crecer en exportaciones, si continuaran las negociaciones de acuerdos arancelarios por cupos con países como China, Corea, Japón, Australia o México. “Tenemos una gran oportunidad en productos de mayor valor agregado, como quesos”, apunta Sammartino.

Y remató: “Esos países que mencioné importan todos los años cerca de 500.000 toneladas de queso. Si nosotros accediéramos a un 10% de eso, sería espectacular, nos permitiría colocar todos los excedentes de valor agregado en los próximos años”.

 

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