Las 38,7 hectáreas del predio están pegaditas al pueblo, por eso llama Campo Urbano. “Somos 4 socios y yo me encargo del manejo diario; compramos el tambo en 2019 (menos la tierra, que seguimos alquilando) con el objetivo de producir leche agroecológica o diferencial”, explica el veterinario Carlos Pagliero que, según cuenta, hasta ese momento se dedicaba a asesorar campos de cría y tambos con una “mirada convencional” de la lechería.
Campo Urbano se ubica en Ucacha, pueblo cordobés de 5.000 habitantes, cuna del primer tambo orgánico certificado de la provincia y el único donde hay en total tres tambos orgánicos. Hoy el predio cuenta con 52 vacas en ordeño (y con 100 animales entre tambo y recría) que están dando 21,7 litros en 2 ordeños diarios, con un promedio anual de 18 litros, picos de 23 y valles de 14. Estos cambios se deben a la parición, ya que durante el verano se secan muchas vacas: los partos empiezan los primeros días de febrero y terminan en octubre. En cuanto a razas, trabajan con un triple cruzamiento de Holando, Vikinga Roja y Jersey.
“Este campo existía desde hacía 20 años y los dueños se querían jubilar de la producción”, recuerda Carlos. “Cuando lo vinimos a ver nos pareció factible seguir y empezamos con la compra de animales que ya tenían un cruzamiento entre Holando y Jersey. Y en la transición de ver que hacíamos, de cómo tener una leche agroecológica, aparece Nestlé pidiendo leche orgánica, que desde entonces es nuestro cliente exclusivo”.
Carlos cuenta que al principio todo lo que exigía el sistema orgánico le generaba muchas dudas. Se preguntaba cosas tan elementales como de qué forma tratarían las enfermedades, cómo iban a quedar preñadas las vacas sin usar hormonas, cómo iban a lograr sacar buena cantidad de leche sin darles un alimento balanceado e incluso veía con recelo darles de comer una “alfalfa pasada”, como le decían otros veterinarios (y que es una práctica común en el sistema de pastoreo racional que se utiliza en el predio.
“En esta forma de producción la que decide cuándo se come la pastura es la pastura misma, no la vaca ni la necesidad de producción del tambo”, destaca.
El objetivo organizativo del campo es llegar a 120 parcelas para que en los momentos más complicados, como es a fines de otoño, el sistema permita un periodo de recuperación de 120 días y que las vacas puedan comer una parcela diaria, compensando con rollo.
“En el verano, donde pasan 45 días entre comidas, apuntamos a que se pueda hacer reservas y comer más de dos parcelas diarias. La idea es que las casi 38 hectáreas vayan todas a pastoreo racional”, enfatiza Carlos. “Ahora están resembradas para tener pasturas en octubre y, mientras tanto, comen rollo, silo y verdeo de invierno porque en la ley orgánica la vaca debe cosechar al menos una parte de su alimento. Es para garantizar calidad de vida animal, ya que ella no quiere que le lleven su comida, sino ir a buscarla”.
“Todo es muy distinto en este planteo, así que tuve que romper mis propios paradigmas porque lo orgánico demanda cambiar la forma de pensar para luego cambiar la forma de producir, y así fue que empezamos a usar tierra de diatomea como antidiarreico y carbón activado, que son prácticas de los antiguos veterinarios”, describe. “Y yo pensaba, ´bueno, vamos a darle una chance a todo esto, a ver qué pasa“.
Lo que sí fue muy fuerte y marcó todo un antes y después fue cuando decidieron aplicar homeopatía en el rodeo. “Yo realmente no sabía cómo íbamos a manejar el tema de la mastitis, eso nos preocupaba mucho a todos, entonces nos pusimos a investigar y conocimos a una colega que proponía darles globulitos a las vacas. Eso nos generaba muuuucha desconfianza, nos parecía una locura”.
-¿Y qué hicieron?
-Avanzamos con el tratamiento homeopático, como lo establece la ley orgánica. Y no solo funcionó, ¡sino que resultó mejor que la alopatía! Yo recuerdo que decía: “No creo en esto, pero está funcionando”. Y hoy hasta la guachera manejamos con este sistema médico.
-Además, también funcionaron las prácticas de los “viejos veterinarios” como usted dijo…
-Así es. Lo orgánico te hace volver a prácticas más simples y medicamentos naturales que funcionan, como el aceite de ajo para las bicheras.
-Si esas prácticas simples funcionan, ¿por qué se dejaron de usar?
-Es que con las nuevas medicinas se puede trabajar en piloto automático y además hacen girar la economía. Por ejemplo, nosotros desparasitamos los terneros en 2019 y nunca más, no hizo más falta (hacemos diagnóstico coproparasitológico). Pero cuando uno usa el “paquete sanitario”, te lleva a hacerlo “por default”.
-¿Pero eso no tiene que ver con el famoso problema de la resistencia a los antibióticos?
-Sí, es una de las causas. Lo que pasa es que nuestro bagaje universitario no nos permite ver “el todo”, la totalidad del sistema. Es muy difícil salirse de lo que ya está establecido y que parece que funciona bien. Cuesta detenerse a pensar si lo que hago lo puedo hacer mejor y con un menor impacto porque implica salir de la zona de confort.
-¿Recibe comentarios o cuestionamiento por parte de sus colegas?
-Muchos todavía no creen que sea verdad que esto funcione. Yo los entiendo porque me acuerdo cómo pensaba antes y cómo me sentí la primera vez que hablé con nuestra veterinaria especializada en homeopatía. Incluso yo mismo, cuando asesoro tambos convencionales, hago determinadas cosas como hacía antes porque el tambo se maneja de esa manera. A la vez, hay mucha gente que viene a ver cómo trabajamos y que le gustaría entrar a este tipo de sistema o al menos tomar algunos elementos, como el pastoreo racional. Se está empezando a hablar de otra forma de producir. Los periurbanos nos miran mejor, tenemos buena relación con la gente y con la municipalidad. Creo que representamos una posibilidad para las zonas periurbanas, de disminuir esa puja entre la producción y la ciudad, cada uno con sus demandas y exigencias.
-Usted antes mencionó que a la vaca le gusta cosechar su comida. ¿Rinde más cuando es así?
-Sí, cuando ellas están más tiempo comiendo verdeo (o pastura) levantan la producción. Eso no significa que el rollo (o el silo) sean malo, sino que su naturaleza es estar en una parcela comiendo y con agua cerca. Eso es bienestar animal, no estar bajo techo con 3 ventiladores y con aspersores. Cuando el campo permite que anden y pasten, se las ve más contentas, como dice uno de mis socios.
-¿Cómo es una vaca contenta?
-(Risas) Y… cuando voy a la parcela y veo el 70% echado rumiando, un 10% bebiendo, otro 10% pastando, y que me acerco y no salen corriendo, o que mis hijas las acaricien… eso es signo de tranquilidad, de total bienestar animal.
-O sea que piensan seguir por este camino de lo orgánico…
-Es lo que queremos. Porque además de ser una producción de bajo costo y que demanda pocos insumos, brinda bienestar a ambas especies, a la vaca y al humano.
-¿Cómo es eso?
-Quiere decir que nos gusta el tambo, pero no queremos ser esclavos de un sistema donde constantemente hay que estar “emparchando”. En los sistemas convencionales no hay margen de flexibilización ni de cambios, y todo es mucho más costoso. Por ejemplo, siempre hay que tener dos mixers porque si se rompe uno el animal no puede quedarse sin comer o hay que salir corriendo un domingo a la noche a ver quién lo puede arreglar. Y así mil cosas. Por eso también es mejor que la vaca vaya ella misma a buscarse su alimento.
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