Como ya se ha apuntado, la alimentación únicamente con leche, bien sea materna o bien a partir de fórmulas preparadas, debe prolongarse hasta los 6 meses de vida, momento a partir del cual se comenzarán a introducir otros alimentos y por tanto la cantidad ingerida de leche será menor.

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En torno al año de vida es cuando por fin se les introducen todos los alimentos a los niños; en este sentido cabe recordar que hay que dar leche a los niños, al menos, hasta los 3 años de edad, siendo recomendables las fórmulas de continuación frente a la leche de vaca, ya que la leche de vaca contiene mayor cantidad de proteínas y aporta menos hierro, DHA y vitamina D entre otros nutrientes.

No obstante, y llegados a este punto, sí diremos que la leche de vaca es apta para su consumo por parte de los niños, y que en caso de ofrecérsela en lugar de los preparados de continuación, debemos recordar la postura de los organismos oficiales, que recomiendan que por debajo de los 3 años los niños tomen leche entera, a excepción de aquellos niños con factores de riesgo cardiovascular u obesidad, casos en los que habría que valorar la posibilidad de dar leche desnatada.

Os dejo aquí un fragmento de un estudio llamado ALSALMA llevado a cabo por la Asociación Española de Pediatría y realizado hace un par de años: “El Omega 3 DHA es fundamental para el desarrollo del cerebro, y los niños españoles ingieren menos del 50% de la CDR (cantidad diaria recomendada). El hierro tiene un papel fundamental en el desarrollo cognitivo y el 21% de los niños no alcanza la ingesta diaria recomendada”.

Pero… ¿qué ocurre a partir de los 3 años de edad? Es en este momento cuando surgen dudas sobre cuánta leche tienen que tomar los niños. Desde las principales asociaciones de pediatría y organismos oficiales se recomienda de forma general el consumo de leche y derivados lácteos según rango edad:

  • De 2 a 4 raciones en la primera infancia
  • De 2 a 3 raciones para la edad escolar
  • De 3 a 4 raciones en adolescentes

Se entiende por una ración de lácteo: un vaso de leche, un yogurt, 50g de queso curado o 100 de queso fresco, por ejemplo. Pero tampoco hay que marearse mucho con las equivalencias; lo importante es cubrir las necesidades nutricionales en la medida de lo posible.

En definitiva, es recomendable, y necesario, el consumo por parte de niños y jóvenes de leche y derivados lácteos (yogur, quesos…) en cantidades adecuadas a cada rango de edad.

Si además queréis que los niños aprendan a comer bien en general, podéis acudir a vuestra farmacia más cercana e informaros sobre la campaña Peso y Salud Infantil, consistente en pesar y medir niños, para obtener su percentil y ofrecerles consejos nutricionales personalizados. Además se les hace participar en juegos semanales que les enseñarán a comer bien y variado, consiguiendo al final de la campaña un diploma si cumplen los objetivos de “comer de todo”.

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