En el municipio de Guachucal, Nariño, reconocido como un epicentro de la producción de leche en la región, las mujeres asumieron un rol protagónico en la ganadería.
Aunque muchas trabajan junto a sus esposos, son ellas quienes lideran la producción, realizan el ordeño, supervisan la rotación de potreros y asisten a capacitaciones organizadas por entidades como Fedegán.
Su labor ha sido clave para el desarrollo del sector agropecuario de la zona. Vea aquí sus historias y el mensaje que tienen para miles de ganaderas como ellas:
Liderazgo y compromiso
Amanda Champutiz, presidenta de la Asociación Nueva Esperanza, inició en la ganadería hace 10 años, luego de mudarse desde Pilcuán, en el municipio de Iles, a Guachucal. Su interés por la ganadería nació en su infancia, cuando ayudaba a su padre a ordeñar y cuidar el ganado. Junto a su esposo, comenzó con una vaca, y con el tiempo lograron ampliar su producción.
“Desde hace 8 años nos hemos dedicado de lleno a la finca. Tenemos vacas y sembramos papa para mejorar la calidad del pasto y alimentar bien a nuestros animales”, explicó Amanda.
“Pienso que, si la cabeza principal se echa para atrás, todo se puede venir abajo”, señaló con convicción, dejando en claro su compromiso con la ganadería y su comunidad.
Como representante legal de su asociación, ha aprendido a gestionar y liderar con claridad. Champutiz afirmó que le gusta su trabajo y llevar la organización con enfoque para seguir fortaleciendo la producción lechera.
Con orgullo, envía un mensaje a todas las mujeres que trabajan en el campo: “El hecho de ser mujer no significa que tengamos que estancarnos. La ganadería es un trabajo muy bonito, producir, vender y enviar nuestro producto a las empresas es algo elegante. Las invito a que sigan adelante con este hermoso trabajo de ser ganaderas”.
La mujer como pilar del campo
Socorro Bravo forma parte de la Asociación Agrícola y Pecuaria Nueva Esperanza y junto a su familia administra una producción de siete vacas lecheras.
“Actualmente, tenemos un promedio de 40 litros diarios, los cuales acopiamos en la asociación, desde donde se envía a la empresa que nos compra la leche“, detalló.
Gracias a capacitaciones y proyectos de agroalimentación sostenible, han aprendido a enfrentar los desafíos del cambio climático. Reveló que antes enfrentaban muchas dificultades en la época de exceso de lluvia o de sequía, pero gracias a las capacitaciones a las que ha asistido, ya puede sobrellevar mejor los desafíos climáticos.
Para Socorro, la autonomía de la mujer en el campo es esencial. “Cuando los esposos se van a trabajar, somos nosotras quienes quedamos al frente, sacando adelante nuestros animales y cuidándolos. No debemos esperar un empleo en una empresa, porque nosotras sí podemos. Somos emprendedoras por naturaleza y debemos seguir adelante”, aseguró.
El sustento de la familia en sus manos
Para Myriam Termal, el ganado es más que un oficio: es la base del sustento de su hogar y el futuro de sus hijos.
“Nos dedicamos a la producción ganadera, y es importante estar siempre pendientes del cuidado del ganado, ya que ese es el sustento de nuestra familia”, destacó.
Su rutina no se limita al ordeño y la aplicación de abonos, sino que también incluye las múltiples responsabilidades de ser madre de dos hijos y ama de casa.
“El mensaje es que no nos demos por vencidas, nosotras también somos importantes como el hombre y, de este modo, sacamos a nuestros hijos adelante”, expresó con determinación.
Una vida construida con esfuerzo
Carmen Guancha y su esposo iniciaron con una sola vaca hace 25 años. Desde entonces, su esfuerzo y dedicación les han permitido consolidar su producción lechera. Ahora, a la edad de 70 años, su testimonio es reflejo de una vida de perseverancia, demostrando que la constancia y el amor por el campo dan frutos.
“Con mi esposo iniciamos con una sola vaca aquí en Guachucal. Al pasar estos años, hemos conseguido otras más. Cuando comenzamos, nos tocaba sacar el balde, bañar y ordeñar la vaca, además de realizar todas las tareas del día a día”, recordó con nostalgia, rememorando los años de sacrificio y trabajo arduo.
Con optimismo, envía un mensaje a sus colegas del campo: “A las mujeres les digo que sigamos adelante, que no se desanimen. Es importante para nosotras seguir sacando adelante a nuestros hijos y recordar siempre que somos mujeres muy guapas (valientes y berracas)”.
Las historias de Amanda, Carmen, Myriam y Socorro reflejan la realidad de muchas mujeres en toda Colombia, quienes con su trabajo sostienen el sector agropecuario. En este Día Internacional de la Mujer, sus testimonios son un llamado a reconocer y valorar el papel de la mujer en el campo, a fomentar la equidad de oportunidades y a seguir impulsando el crecimiento del sector lechero de la mano de quienes, día a día, lo hacen posible.