El sector caprino de leche es un motor de la economía y empleo de las zonas rurales y un factor esencial para luchar contra la “España Vaciada”.

Nuestro país es una potencia europea con alrededor de 4.900 ganaderos y más de 468.645 toneladas de leche de cabra al año. Un segmento clave, además, para comunidades autónomas como Andalucía, Castilla La Mancha, Murcia, Extremadura o Canarias, entre otras. Somos el segundo productor europeo tras Francia y tenemos la cabaña más importante después de Grecia.
En general, el valor económico de la producción ganadera (todas las especies) es de 20.233 millones de euros, de los cuales 3.281 millones corresponden a la producción final de la leche, de acuerdo con los últimos datos oficiales. El 11 % del valor de la producción final del sector lácteo corresponde al sector caprino, lo que se traduce en unos 361 millones de euros.
Pero la situación del sector no es fácil, ni para los ganaderos ni para las industrias, que temen por su viabilidad. Se han disparado los costes laborales, de la electricidad, en prevención sanitaria durante la pandemia y en general todos los insumos para ganaderos y fabricantes, a lo que se suman otros factores adversos como el cierre de miles de hoteles y restaurantes y el colapso del turismo -un canal muy importante para las ventas de queso de cabra- o los aranceles impuestos al queso por la anterior Administración Trump, en EEUU, aunque finalmente revocados de forma provisional.
Por su parte, el número de granjas no deja de caer en los últimos años, tal y como reconocen las estadísticas oficiales: de algo más de 9.000 en 2007 a tan sólo 6.133 en 2021, lo que supone una drástica reducción del 32 %. El encarecimiento de los precios de los piensos para la alimentación del ganado ha agravado la situación.
En este contexto, la Organización Interprofesional Láctea (INLAC) ha creado un nuevo grupo de trabajo específico para analizar al detalle la situación actual y explorar salidas que aseguren su viabilidad y sostenibilidad. Conviene recordar que es un sector imprescindible para el tejido económico y social del medio rural -buena parte de los ganaderos se sitúan en áreas de montaña o vulnerables sin otras alternativas- y también para el medio ambiente, dada su importancia para limpiar los montes y evitar los incendios forestales.
En concreto, ganaderos, cooperativas e industrias solicitan el compromiso del resto de eslabones de la cadena y de las Administraciones para garantizar la viabilidad del sector.
La leche de cabra tiene un creciente reconocimiento en mercados internacionales como el asiático o el europeo e incluso están creciendo enormemente los derivados en el segmento de los alimentos funcionales y saludables, complementos nutricionales y hasta cosméticos. Y existen amplias posibilidades para desarrollar nuevas categorías de quesos puros de cabra (cien por cien elaborados con esta leche) tras el éxito logrado por los “rulos”, especifican desde INLAC. De hecho, la leche de cabra puede atraer a un gran número de nuevos consumidores gracias a que tienen menor contenido en grasa que otras especies y una proteína más fácil de digerir para personas que muestran problemas digestivos o intolerancia a la lactosa.
En general, la cadena de producción, transformación y comercialización del sector lácteo (vacuno, ovino y caprino) factura en torno a 13.000 millones de euros al año y genera más de 60.000 empleos directos. Las industrias lácteas suponen más de 9.500 millones de euros al año de volumen de negocio y emplean a más de 30.000 personas. Mientras tanto, alrededor de 21.700 ganaderos, entre las tres especies, mantienen entregas de leche actualmente.

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