Justino Zabala, productor de la zona de Santa Lucía
producción
" Los productores con menos de 3 mil litros de leche esperan el apoyo económico del Fogale, que debería ingresar en sus cuentas en los próximos días"

Aún cargan a cuestas la mochila que les dejó la sequía pasada, a la que se suma la de un primer semestre con abundantes precipitaciones y costos adicionales. El barro y la inestabilidad alimenticia de las vacas provocan caída en la producción y en los ingresos de las empresas. Los productores con menos de 3 mil litros de leche esperan el apoyo económico del Fogale, que debería ingresar en sus cuentas en los próximos días.

Mientras los costos de producción aumentan, los tamberos se aferran a una buena primavera que les permita salir a flote tras el duro golpe que les provocaron las abundantes lluvias del primer semestre. Su principal tarea en el final del otoño es mantener el estado corporal y sanitario de las vacas y recuperar niveles de producción que desde hace tres meses vienen en caída. El último indicador del mes de mayo que hizo público Conaprole mostró una caída del 13,5% de la remisión en ese mes, lo que representa 500 mil litros menos de leche por día.

El mayor drama es el altísimo consumo de reservas sin haber aún ingresado al invierno y las pocas posibilidades que tienen de sacar el ganado a pastorear en las chacras. Cada vez que el sol y el viento dan un respiro otra vez aparece otro episodio de lluvias que los obliga a encerrar el rodeo nuevamente. Justino Zabala, productor de la zona de Santa Lucía, en Canelones, aseguró que a pesar de que el consumo de reservas en esta época del año habitualmente es importante, ha sido más de lo esperable. Señaló que distinta puede ser la situación de aquellos establecimientos que lograron ensilar maíz de segunda o sorgo. De todos modos, al alto porcentaje de fibras que proporcionan estos alimentos habría que acompañarlo con proteínas, pero “eso sale caro”, enfatizó.

El tambero contó que el último episodio de lluvias del fin de semana pasado lo obligó a encerrar nuevamente los animales cuando había logrado un turno de pastoreo después de varios días secos. Explicó que no es buena cosa el cambio constante en los planes de alimentación de las vacas. En su sistema digestivo los microrganismos que funcionan en el rumen son distintos para el pasto que para otro tipo de alimentos, como puede ser el silo de maíz. El resultado es que “no podemos despegar en la producción”, un tema que los mantiene en alerta y activos para no seguir perdiendo ingresos.

El barro y la caída de la producción

Para muchos establecimientos el periplo de malos resultados agrícolas relacionados con la lechería aún sigue su curso a pesar de los cambios en el clima. Mientras el año pasado la sequía fue el factor determinante para que el sorgo no naciera, este año el barro es el principal responsable de que las cosechadoras no lo recojan. Para evitar roturas y destrozos en las chacras, las empresas de servicios agrícolas se resisten a efectuar la tarea, señaló Zabala. Agregó que el trabajo que con un clima normal se desarrollaría en una semana, en las condiciones de barro y fuerte presencia de humedad a nivel de las chacras puede demorar un mes y medio. El integrante de la Agremiación de Tamberos de Canelones dijo que para minimizar las pérdidas están enfardando como pueden una avena brava de ciclo corto cuyo destino en principio era silo.

En el mismo contexto, el barro presiona fuertemente sobre el estado sanitario y productivo de las vacas. Entre las enfermedades más comunes en estas condiciones, la de la renguera y la mastitis son las que concentran la mayor preocupación y los mayores esfuerzos para los lecheros en un contexto de fuertes pérdidas económicas. “La vaca no está diseñada para estar en el barro”, mencionó Zabala, que explicó que la mastitis es una infección que se produce en la ubre mediante el contacto directo con el barro. En el curso de la enfermedad esa leche no puede ser remitida a las plantas de industrialización, por lo que es utilizada para la alimentación de algunas categorías como los terneros. Además, cuando el rodeo está mucho tiempo en el barro, provoca que las pezuñas se ablanden y el efecto es una vaca renga. Ambas situaciones son algunas de las causas de la caída en la producción de leche y por lo tanto de los ingresos económicos de las empresas. Mientras que en años normales la presencia de mastitis ronda el 3% del rodeo del establecimiento, actualmente los índices subieron hasta alcanzar el 10%.

Con la mochila económica a acuestas

El estado financiero de los tambos sigue siendo delicado en un contexto de dólar “flaco”, como lo definió el empresario. El promedio del litro de leche que Conaprole paga a sus remitentes es de US$ 0,40. A pesar del incremento de los precios de las raciones “todavía está en un nivel sostenible” para las cuentas de las empresas. Sobre todo, en un momento en que es altamente indispensable para la alimentación de los animales, en un escenario donde es prácticamente imposible ingresar a las praderas.

De los 1400 remitentes a la Conaprole, 300 de ellos presentan saldo deudor, o sea que los descuentos que tenían en su remisión superaron a lo que tenían para cobrar. Estas 300 empresas le adeudan a Conaprole la suma de US$ 2 millones. Otras 600 matrículas no cobran lo necesario para el correcto funcionamiento de sus empresas. El empresario dijo que aún persiste la fuerte mochila que dejó la sequía pasada “y ahora arrastramos esta segunda mochila que se nos pone encima, que también genera efectos económicos importantes”. “Colapsó todo”, enfatizó el integrante de la Agremiación de Tamberos de Canelones, “y lo primero que colapsó fueron los números que ya venían mal”.

Preocupa la caída de los últimos tres meses de remisión de leche en Conaprole porque “son muchos millones de dólares menos que entran a las cuentas de los productores”. Para compensar esa caída los tamberos deben invertir en más ración y están jugados a los silos de maíz, sorgo o cebada que tengan disponibles. Zabala señaló que aún quedan por lo menos dos largos meses de invierno y la incógnita está centrada en qué pasará con la próxima primavera en el entendido de que “las praderas están detonadas” porque no se pudieron sembrar o porque se sembraron y nacieron mal.

Para apuntalar a los productores más sumergidos con menos de 3 mil litros de leche se está instrumentando un apoyo financiero surgido del Fondo de Garantía Lechero (Fogale). La medida que debería instrumentarse por estas horas es un respiro para estas empresas que necesitan dineros frescos para hacer frente a las obligaciones más inmediatas. Para la mayoría podría significar entre US$ 5 mil y US$ 9 mil que se estarán depositando en la cuenta de los productores. Hay malestar entre los lecheros porque el documento estuvo circulando por una semana en Ganadería antes de ser firmado por el ministro Fernando Mattos, sin tener en consideración de la urgencia del instrumento. Paralelamente las gremiales lecheras trabajan en una batería de medidas que podrían significar el corrimiento en los vencimientos en los bancos, “que para este tipo de productores es como ponerle plata en el bolsillo”, finalizó diciendo el productor canario.

 

 

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