La industria láctea argentina se enfrenta este año a importantes desafíos provocados por la crisis económica del país, según el último informe mundial sobre productos lácteos del Servicio Exterior Agrícola del Departamento de Agricultura de Estados Unidos. La combinación de la inflación en los insumos nacionales y los controles de divisas instituidos por el gobierno (restricciones a la salida de capitales, controles sobre los pagos de la deuda externa, etc.) tienen amplias repercusiones en la producción de leche, la competitividad de las exportaciones y el consumo interno, y está reconfigurando el panorama de la industria a corto plazo.
Los productores lácteos argentinos dependen en gran medida de insumos de producción nacional, como piensos, maquinaria y combustible. El aumento de la carga financiera ha obligado a muchos a recortar la producción o a buscar capital adicional, y muchos operan con pérdidas. Como resultado, la producción de leche en lo que va de año en Argentina ha descendido precipitadamente. De enero a junio de 2024, la producción lechera argentina cayó un 13% respecto al mismo periodo de 2023. En 2023, la producción de leche ascendió a 11,7 millones de toneladas, pero se prevé que esta cifra caiga un 7% hasta los 10,8 millones de toneladas.
La brusca caída de la producción a principios de 2024 provocó una rápida recuperación de los precios de la leche, lo que favorece la expansión de la producción durante la segunda mitad del año. El descenso constante de la producción en los últimos 5 años pone de manifiesto la lucha del sector por mantener los niveles de producción en medio del aumento de los costes y la inestabilidad económica.
A la inversa, la devaluación de la moneda ha hecho que los productos lácteos argentinos sean más competitivos en el mercado mundial. Un peso más débil se traduce en precios más bajos para los compradores extranjeros. Los tipos de cambio y la inflación fueron tan desventajosos para los productores nacionales que suscitaron una gran incertidumbre sobre si los comerciantes se quedarían con las existencias o si habría una carrera para conseguir divisas, sobre todo en dólares estadounidenses. Los volúmenes de exportación de productos lácteos aumentaron un 10% en los 5 primeros meses de 2024 en comparación con el mismo periodo de 2023. En particular, se prevé que las exportaciones de queso aumenten de 85.000 toneladas en 2023 a 100.000 toneladas en 2024.
A nivel nacional, la situación económica sigue siendo difícil. El aumento de los costes de producción ha provocado una subida de los precios de los productos lácteos en el mercado nacional. Con la inflación erosionando el poder adquisitivo de los consumidores, muchas familias tienen dificultades para permitirse productos alimentarios básicos, lo que conduce a un descenso del consumo interno previsto. Se prevé que el consumo interno de leche fluida en Argentina descienda a 1,6 millones de toneladas en 2024, un 7% menos que en 2023. La caída del consumo de todos los productos lácteos supone un reto importante para la industria. Los productores se enfrentan a la disyuntiva de centrarse en los mercados de exportación, más lucrativos, o seguir atendiendo al mercado interno, cada vez más sensible a los precios.
En respuesta a estos retos, el gobierno argentino ha introducido varias medidas de apoyo al sector lácteo. En diciembre de 2023, el gobierno reabrió los registros de exportación agrícola como parte de una estrategia más amplia para impulsar las exportaciones y generar ingresos en divisas. El mismo mes, el gobierno también introdujo un tipo de cambio «mixto» para las exportaciones agrícolas, que combina el tipo de cambio oficial con un tipo de cambio local no oficial. Este enfoque ha proporcionado un tipo más favorable para los exportadores, mejorando su competitividad en los mercados internacionales.
La eficacia de estas medidas sigue siendo incierta, ya que el entorno económico general sigue presentando importantes desafíos. Mientras que las medidas para apoyar las exportaciones de productos lácteos han mostrado en gran medida beneficios positivos, las medidas destinadas a ayudar a abordar la inflación han sido desiguales. Los consumidores argentinos siguen lidiando con tasas de inflación anualizadas de casi el 300% para los alimentos y las bebidas no alcohólicas, incluida la leche, y se espera que sigan limitando el crecimiento de la demanda interna de productos lácteos.
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