Amanece nítida la mañana en General Rodríguez, a 50 kilómetros de Capital Federal, en las inmediaciones de un barrio fabril donde se emplaza la meca raíz de La Serenísima, la compañía de productos lácteos creada por Antonino Mastellone que nació en 1929. En la planta Pascual Mastellone se envasan más de 1.500.000 sachets de leche fresca por día, el producto emblema de la marca que hizo de su nombre una costumbre nacional.
Poniéndolo en términos de fuerza industrial, solamente en General Rodríguez trabajan alrededor de 3500 empleados e ingresan por día más de 100 camiones de termo recolección que transportan la leche fresca desde los tambos hasta la planta, donde el producto ingresa a un circuito de examinación científica sobre la calidad de la materia prima. Además de la producción neta de todas las variantes de leche que tiene la marca, en la planta también se llevan a cabo los procesos de elaboración de yogures, quesos, manteca y dulce de leche.
En sus casi 100 años de historia, La Serenísima se instaló en la cima del consumo argentino de lácteos. La compañía, que comenzó el proceso de popularización cuando los productos comenzaron a venderse en las pizzerías de la calle Corrientes y en los barrios porteños donde la inmigración italiana era el mainstream, se posicionó a partir de la calidad y la innovación como un gigante en el mercado local.
Leche fresca: la historia detrás del emblema de La Serenísima
Pablo Renzulli, Gerente de Investigación y Desarrollo de La Serenísima, explicó en diálogo con Perfil por qué la marca hace énfasis en la elaboración de leche fresca y leches funcionales: “Desde el punto de vista de producto, Mastellone, a través de La Serenísima, siempre busca estar cerca del consumidor para relevar sus necesidades, sus inquietudes. Y, en ese sentido, además de la leche fresca, la compañía tiene una oferta muy interesante y ya histórica de leches funcionales. Las leches funcionales son leches que están pensadas, de alguna manera, para ofrecerle a cada consumidor de leche el producto óptimo que está buscando en cada una de sus etapas de la vida o en función de distintas necesidades”.
Perfil: ¿Cuál es el factor diferencial de la leche fresca La Serenísima entre el resto de los productos del mercado?
Pablo Renzulli: Decimos que la leche fresca de La Serenísima es la mejor leche del mercado, justamente porque, en primera instancia, nos aseguramos de la calidad de la materia prima, o sea, de la leche cruda, que va a estar utilizada para la producción de esta leche fresca. Hay toda una cadena de cuidado y de trabajo con el tambero, con el productor primario, para que la leche, en su obtención, se asegure la calidad microbiológica. De esto se trata las menos de 50.000 unidades formadoras de colonia por mililitro de leche que comunicamos en nuestros envases. También la calidad higiénico-sanitaria del rodeo y aseguramos que la leche es libre de tuberculosis y brucelosis.
P: ¿Cómo es el proceso de innovación pensando en el producto?
P.R: La marca La Serenísima y los productos de La Serenísima se destacan en el mercado primero porque tienen valores y tienen propósitos y los equipos de la compañía están sumamente compenetrados de estos valores y cuidan que justamente se sostengan a lo largo del tiempo. Estos valores son la calidad, la innovación, la cercanía. Lo que hablamos de calidad, asegurarnos justamente de tener la óptima calidad de materia prima para elaborar nuestros productos es básico, cuidarla a través de la elaboración de los mismos. Si nosotros no tuviéramos una materia prima de óptima calidad, si tuviéramos una materia prima estándar o tratáramos de mejorar la calidad de materia prima con los productos, nunca se lograrían productos de alta calidad.
Industria láctea: cómo es el paso a paso de producción de leche fresca La Serenísima
Para que el resultado final de un producto cumpla con los estándares de calidad La Serenísima, la leche fresca atraviesa diversas etapas de análisis y elaboración. El ciclo comienza en alguno de los 590 tambos certificados que con los que la compañía trabaja en Buenos Aires, luego esa materia prima viaja en los camiones termo recolectores hasta las plantas clasificadoras. Finalmente, aquellas leches que tengan menos de 50.000 bacterias se trasladan a las plantas elaboradoras, donde se ingresa al circuito de ultrapasteurización para el posterior envasado y distribución.
“Cuando llega a la planta elaboradora, en este caso a la planta de General Rodríguez, el objetivo es que esta leche no demore su tratamiento térmico, su ultra pasteurización, que es el tratamiento de leche fresca. Primero, para que no haya posibilidades de deterioro. Segundo, para que rápidamente pueda ultra pasteurizarse, envasarse en condiciones ultra limpias en un sachet, que es un sistema simple pero sumamente eficiente y seguro de envasado de leche y llegue lo más rápidamente posible al supermercado”, sostiene Renzulli sobre el proceso que tiene como objetivo conservar el sabor y la textura de la leche recién ordeñada.
P: ¿Cómo logra una marca como La Serenísima persistir en el mercado a lo largo de los años?
P.R: La Serenísima tiene 95 años y está vigente como el primer día. Y esto se logra a través de la innovación, de tratar de estar en las necesidades que el consumidor nos plantea día a día, a lo largo de todos los años, brindando justamente productos nuevos, productos diferentes, productos más alineados a sus necesidades y en ese sentido que nos elija porque justamente nos encuentra cercanos, nos encuentra de alta calidad y nos encuentra en los lugares donde justamente va a ir a comprar día a día.
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