El estudio aporta tanto para los diferentes eslabones de la cadena como para los constructores de política pública, elementos que contribuyen a elevar el debate sobre la crisis lechera, y fortalecer y consolidar un sector lácteo marca Colombia, amén de arrojar luces sobre la marcha de este sector a partir de 2025 en un escenario de no hacer nada.

El documento, elaborado recientemente por Fedegán-FNG, se centra en los elementos de costo que mayor impacto han tenido en la producción de leche y en las dinámicas que han impactado el precio pagado al productor de leche, entre 2021 y mediados de 2024. Explica que Colombia tiene un alto costo de producir leche que afecta a todo tipo de productor, es decir a pequeños, medianos y grandes, con el agravante que en este último la mayor eficiencia que supone su mayor escala de producción, no se traduce en mayor rentabilidad en razón a que el margen entre costos e ingresos es cada vez menor.

¿Qué ocurre en el extremo opuesto —con los pequeños productores—? Pues que su escala de producción no es suficiente para tener una adecuada capacidad de generación de riqueza, lo cual lo expone a que las crisis de la estacionalidad lo saquen del mercado.

Plantea así el estudio un escenario real y preocupante que debe ser abordado en un debate desapasionado en el que el Gobierno debe aportar estrategias de política pública razonadas, razonables, y de largo aliento —porque además el documento le aporta un elemento sustancial a su estrategia de producción agropecuaria en la medida en que señala que al aumentar la producción (en este caso de insumos) tendrá en el sector ganadero a un sujeto comprador real que está demandando un determinado producto—, y no producir para que alguien le compre.

De ahí que el estudio enfatice en que “Al menos desde principios de la década de los noventa, con la apertura económica, no han existido en Colombia políticas de Estado para disminuir los costos de producción agropecuaria, pensando no solo en la seguridad y soberanía alimentaria, sino también, en hacer de lo rural una estrategia de desarrollo para el país”.

Factores que impactan los costos de producción de leche

Entrando ya en la composición de los costos de producción, el estudio advierte dos elementos sustanciales: la rigidez del costo laboral, y la dependencia de insumos externos de esta actividad productiva.

El costo de la mano de obra dentro de la estructura de costos de lechería pesa al menos 1/3 dentro del costo total del litro de leche —factor que pesó mucho en el lapso diciembre de 2021 – junio de 2024, cuando tuvo un incremento de 43%, que es el doble frente a lo que pudo subir el ingreso del productor por cuenta de la venta de leche cruda, restándole rentabilidad a esta actividad.

El segundo factor —que tiene que ver con la dependencia de insumos externos—, hace referencia a las materias primas propias a la alimentación (directas e indirectas) dentro de la canasta de costos, las cuales tienen un peso promedio equivalente a otro tercio del costo total, por lo cual, destaca el estudio, su oscilación hace que en periodos muy cortos la actividad pueda pasar de rentable a no rentable sino existe una respuesta adecuada de los precios pagados al productor por un litro de leche.

Aquí introduce un elemento para tener en cuenta en el análisis, y es la distorsión en el comportamiento de los precios internacionales de materias primas, como el maíz (comercialización). “Si el precio internacional del maíz sube, el precio interno de los concentrados también lo hace, casi de manera idéntica; pero cuando el precio internacional cae, la transferencia sobre los precios internos tiene rezagos en donde el mercado es ajeno. En muchas ocasiones el precio interno no cae a pesar de las caídas en la cotización internacional. Algunos lo atribuyen a los inventarios que puedan existir, sin embargo, de ser así también ocurriría tal rezago al subir los precios internacionales, situación que no ocurre”.

Señala que hoy los precios internos de los concentrados deberían ser mucho más bajos si realmente reflejaran la dinámica internacional, lo que equilibraría en mejor proporción los periodos en donde se ocasionan pérdidas.

Pero, además, explica, que “la canasta de costos tiene un gran componente de importados, o de productos nacionales que requieren gran volumen de materias primas traídas desde el exterior, sobre las que la tasa de cambio también colocó importante presión desde mediados de 2022 hasta mediados de 2023, influyendo en el encarecimiento de la producción lechera. Están allí vacunas y drogas, fertilizantes, maquinarias, herramientas y algunos tipos de semillas e inseminación”.

En ese periodo los precios de insumos recibieron gran presión por cuenta de una situación inflacionaria mundial, ocasionada por la falta de contenedores para transporte de bienes intermedios y bienes finales, que terminó agravada por una menor oferta de algunas materias primas necesarias para la alimentación animal, así como de contracción en la oferta de fertilizantes por el conflicto entre Rusia y Ucrania.

Argumenta que “los picos altos de los precios de balanceados, así como de tasa de cambio, profundizan fuertemente la brecha frente al ingreso monetario que recibe el productor, al registrarse precios que caen con mayor velocidad. En el período de análisis (finales de 2021 hasta mediados de 2023), el precio nominal del litro de leche pagado al productor se incrementó de manera importante, pero la rentabilidad no necesariamente lo hizo, pues los buenos precios siempre estuvieron seguidos por un abrupto y mantenido crecimiento de los costos de producción; situación que hoy es aún más crítica”, señala el documento.

Lo que viene en materia de rentabilidad para los próximos años

Advierte al análisis que hacia los próximos años algunos precios de insumos podrán mantener un reajuste a la baja, pero que a la par el precio del litro de leche continuaría su tendencia bajista, manteniéndose un escenario idéntico de pérdida de rentabilidad, a menos de tener situaciones climáticas adversas que lleven su producción a disminuir.

Aclara que el entorno se hace más complejo si se tiene en cuenta que el costo de mano de obra nunca se reajusta a la baja —siempre tiende al alza—; y con un posible reajuste del salario mínimo para 2025 cercano al 8%, evidentemente el costo de producción de leche entrará a un escenario de mayor rentabilidad negativa, a menos que el otro 69% de la canasta de costos tenga significativas caídas en los precios que corresponden a sus insumos y materias primas —situación poco probable en un entorno en donde aún se percibe un rezago inflacionario y la tasa de cambio se encuentra lejos de sus niveles prepandemia—.

Como corolario señala que la brecha entre ingresos y costos de producción se ha acentuado, cuyo efecto es mayor en mercados informales en donde el precio por litro puede ser un 25% menos; que producir leche en Colombia no otorga rentabilidades amplias, y en muchos casos, dada la fluctuación de los precios de los insumos y del mismo precio de la leche, entrar en rentabilidades negativas es muy frecuente y común; que resulta cierto en la problemática actual —y seguramente también hacia delante— que tanto industria como comercializadores no han transferido las bajas de precio al ganadero en los demás eslabones de la cadena de suministro. En otras palabras, cuando el precio del litro de leche pagado al ganadero ha subido, la transmisión al consumidor ha sido inmediata, pero no ha sido así cuando ha caído el precio al productor lechero.

En este escenario es importante entender la “función de supervivencia” que da la producción de leche. Así haya rentabilidades negativas, esta actividad provee una rápida entrada de ingresos a una familia o comunidad. En muchas ocasiones, especialmente en las de crisis, al deprimirse los precios, los productores tratan de compensar la caída de su ingreso monetario produciendo más leche, lo que agrava el escenario de disminución de precios pagados al productor e implícitamente disminuye el margen de ganancia.

“Hoy producir un litro de leche (julio de 2024) de la mejor calidad, tal cual como lo exige la industria (bien por grasa, proteína y/o sólidos), se encuentra entre $1.850 y por litro $2.100 por litro de leche, sin embargo, el pago por litro para este mismo mes fue de $1.960 en la región 1, zona de trópico alto con mayor orientación a la lechería especializada, y de $1.745 por litro en la región 2, más propia al trópico bajo”.

“En ese sentido, y en el mejor de los casos un productor pudo ganar $110 por litro, pero también perder hasta $355 por litro de leche de acuerdo con su estructura de producción. Por supuesto, aquí una segunda conclusión es que con márgenes tan estrechos el productor siempre se encuentra en una situación de no generar riqueza y desarrollo, sin que muchas veces lo note”.

“Por ejemplo, de 48.932 predios que respondieron en Encuesta de Caracterización Ganadera del DANE a la pregunta sobre el precio pagado por litro de leche (solo para algunos municipios de Antioquia, Cundinamarca, Boyacá, Quindío, Risaralda y Caldas), solo 3.533 predios (7,2% del total muestral), tuvieron un precio por encima del costo de producción de la época, $2.220 por litro.”

“Por supuesto, se encontrarán escenarios en donde el costo de producción es mucho más bajo, pero la calidad de la leche sustancialmente menor frente a los requerimientos que hace la industria transformadora, y que en muchas ocasiones termina llevando al productor a encontrar otras formas de comercialización, por supuesto con menor remuneración”.

Esto plantea para el debate propuesto, elementos relacionados con la eficiencia en el eslabón industrial y en el eslabón de la comercialización, pues si los demás eslabones no contribuyen eficientemente en mayor competitividad, el consumo de leche y derivados lácteos seguirá cayendo como lo ha hecho desde 2021.

Otro corolario es que deben existir políticas de costos para la producción agropecuaria, bien elaborando internamente muchas de las materias primas que se requieren, que es un elemento que va más allá de la industria lechera. La dependencia de materias primas internacionales más factores asimétricos en la transferencia de precios interna frente a los insumos requeridos, bien puede mitigarse con producción interna de granos para concentrados, minerales para fertilizantes, vacunas y en muchos casos herramientas a partir de la industria siderúrgica existente en el país. No cabe duda que esto es una buena sugerencia para los creadores de política pública agropecuaria.

“Es fundamental avanzar en la asociatividad, y especialmente en modelos cooperativos para la producción lechera. Es una ecuación que debe enfrentar la cultura de individualismo propias de producción nacional. Además, la asociatividad da más elementos de poder colectivo de negociación frente a adquisición de insumos y maquinaria”.

Es fundamental empezar a planear la producción con el fin de evitar épocas críticas desde la escasez o la sobreproducción y que además dará mejor panorama sobre la adquisición de materias primas en volúmenes más agregados desde la asociatividad. Aquí deberán vincularse con los contratos de proveeduría a los que la industria lechera le ha realizado el “quite” durante muchos años.

El registro adecuado de información para saber cuál es el costo de producción de cada ganadero, es fundamental y estratégico. Hoy en muchas ganaderías la toma de decisiones se hace por “feeling” y no por registros y estadísticas adecuadas.

Las reflexiones sobre los costos y las eficiencias también las debe hacer cada eslabón, que a pesar de disponer de moderna tecnología suponen tener alta competitividad cuando no necesariamente es así.

En fin, es un documento que invita a la reflexión y que desde CONtexto ganadero invitamos a su lectura, para lo cual puede consultar el documento ‘El Alto costo de producir leche´en este link

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