Katherine Creutzinger, investigadora de la Universidad de Wisconsin-River Falls, presentó una exploración en profundidad del tema del dolor del ganado lechero en el Seminario de productos lácteos del oeste de Canadá de 2024. Señaló que el dolor puede afectar negativamente el bienestar de los terneros y las vacas lecheras dentro del modelo de los Tres Círculos del Bienestar Animal:
Salud, lesiones y enfermedades: daño tisular real o potencial.
Capacidad para realizar comportamientos naturales: comer, beber, caminar, estar de pie, acostarse, rumiar.
Estados mentales y emocionales: Experiencia sensorial o emocional desagradable.
Una o más de estas facetas pueden verse afectadas al mismo tiempo, dependiendo de la fuente del dolor. Creutzinger también dijo que el dolor se ve afectado tanto por la duración como por la intensidad. “Los efectos negativos del dolor varían según ambos factores, pero el dolor tiene más impactos negativos a medida que uno o ambos factores aumentan”, explicó.
Por ejemplo, “la congestión de las ubres puede ser incómoda, pero se alivia rápidamente con el ordeño”, señaló. “Mientras que las colas rotas, que son resultado de ligamentos rotos y dislocación de articulaciones, pueden tardar meses en sanar y causar un dolor más intenso a las vacas”.
Si bien algunas causas de dolor (como una lesión en la pata o una mastitis clínica) pueden ser obvias, Creutzinger afirmó que otras afecciones, como la metritis, pueden producir un dolor menos evidente. En cualquier caso, los animales afectados necesitan tanto atención terapéutica como apoyo para el manejo del dolor.
La productividad también se ve afectada cuando las vacas sufren dolor. La renuencia a ir al bebedero puede provocar deshidratación y una menor producción de leche. Evitar la competencia en el comedero puede derivar en enfermedades metabólicas y una menor rumia. Abstenerse de expresar el celo normalmente puede provocar celos perdidos y una menor eficiencia reproductiva.
Creutzinger dijo que la llegada de sensores portátiles que rastrean factores como la actividad física, los patrones de rumia, la temperatura corporal y el tiempo de descanso ha contribuido positivamente al manejo del dolor porque los cambios sutiles que detectan pueden ayudar a identificar las fuentes del dolor en una etapa más temprana de su progresión, cuando se pueden abordar de forma proactiva.
Un aspecto del manejo de las vacas lecheras que puede mejorarse es el dolor que pueden sufrir los animales cuando son retirados del rebaño. Creutzinger citó datos que indican que las vacas lecheras pueden permanecer en tránsito hasta dos semanas entre su lechería de origen y su destino final de sacrificio. Se han documentado ampliamente casos de congestión de ubres, emaciación y cojera en estas vacas.
El investigador sugirió cambios en la gestión para reducir estas experiencias dolorosas. Un ejemplo es mantener a las vacas en la granja hasta que se hayan recuperado de la cojera o la mastitis, lo que también las ayudará a mejorar su condición corporal y su valor de mercado. Otro es secar gradualmente a las vacas mediante una frecuencia de ordeño reducida y una dieta de menor energía para evitar la congestión de las ubres al momento del envío.
Creutzinger afirmó que el manejo proactivo del dolor en los animales lecheros será importante para ganarse la confianza del público consumidor en las prácticas y productos de la ganadería lechera. “El público espera que el ganado lechero tenga un buen bienestar”, declaró. “Abordar el dolor es importante para la producción, pero también es fundamental para el bienestar animal, que desempeña un papel importante para garantizar que la industria lechera sea sostenible”.
Por Maureen Hanson – Publicado en Dairy Herd
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