En el último año, 817 ganaderos han dejado de producir leche en España, esto es una media de -2,2 productores/día, en un país que cuenta actualmente con 13.238 productores.

El sector lácteo consolida una reconversión que pasa por reducir el número de ganaderos (dos abandonan la profesión cada día) y subir la producción: una ecuación compleja que potencia una mayor integración pero que, por otro lado, supone destruir empleo en un medio rural necesitado de actividad.

En el último año, 817 ganaderos han dejado de producir leche en España, esto es una media de -2,2 productores/día, en un país que cuenta actualmente con 13.238 productores.

La situación es especialmente sangrante en Galicia, la principal región productora, en la que hay 7.355 lecherías operativas tras cerrar 400 en los últimos 12 meses, según el último informe publicado por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA).

Menos ganaderos pero más producción ya que en el último año se han obtenido 7,13 millones de toneladas, lo que suponen incrementos cercanos al 0,5 %: ligeras subidas que dejan entrever esa tendencia a concentrar en menos manos un mayor número de vacas.

La reconversión hace que algunos opten por cerrar y otros por redimensionar su negocio, realidades diferentes de las que son muy conscientes en la Organización Interprofesional Láctea (Inlac).

Su presidenta, Charo Arredondo, indica a Efeagro la preocupación que existe por ese descenso en el número de ganaderos.

Bajo su punto de vista, el hecho de que aumente “algo” la producción “pero sin haber más ganaderos, va en contra de la lucha contra la despoblación” y no cree que una mayor concentración sea la solución a los bajos precios en origen de la leche.

Detrás de un cierre suele haber una jubilación no cubierta, una falta de rentabilidad o el escaso atractivo de una actividad bastante sacrificada, según los testimonios recabados por Efeagro.

El ganadero cántabro Juan Ignacio Fernández ha decidido, con 43 años y toda su vida dedicada a la producción de leche, cambiar las vacas lecheras por las de aptitud cárnica porque le permite tener “más tiempo libre” y le aportan una rentabilidad parecida.

Afirma que antes era “esclavo” de su trabajo en la lechería, echando “muchas horas”, y añade que en su zona no es el único que ha optado por hacer este cambio.

En Córdoba, la cara y la cruz la representan los jóvenes Francisco Gil y Miguel García ya que mientras el primero no ha querido coger el testigo de su padre, recién jubilado, el segundo ha apostado por lo contrario y sigue al frente de la vaquería familiar, doblando su producción en los últimos años.

Gil asegura que gestionar él solo una finca con 55 vacas en producción, en la que quedaban pendientes hacer diferentes inversiones, le ha echado para atrás al prever que sería “mucho trabajo” y estaría “sacrificado de lunes a domingo, mañana y tarde”.

García, sin embargo, ha incorporado más vacas para obtener más leche, una decisión tras la que se pueden encontrar motivos de pasión por esta profesión, el fin de las cuotas lácteas o mejor rentabilidad gracias al paraguas que supone pertenecer a cooperativas como Covap.

En Galicia, el productor Antonio Louzao (39 años) tiene ahora 90 vacas (70 más que hace diez años) y decidió dejar a un lado la carpintería que gestionaba para dedicarse en pleno a este trabajo porque, en su caso, le “gusta mucho” y lo ve “muy compatible” con sus hobbies.

Gestiona la explotación junto a su mujer que también abandonó su trabajo en una fábrica de ropa para volcarse en la lechería y no se arrepienten de haber dado ese paso.

El sector lácteo encara así un futuro, con una nueva estructura organizativa, que el tiempo determinará si es la correcta para hacer frente a sus debilidades, muy marcadas por las recurrentes crisis de precios en origen que padece.

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