Sus negativos efectos ya se han hecho notar en los sectores productivos y los impactos son toda escala. La escasez de agua potable, por ejemplo, es uno de los que más impresiona a nivel de la sociedad urbana. Y claro está, la oposición hace caldo gordo de todos estos problemas que les vienen muy bien para echarle la culpa de todos los problemas que se suscitan, al gobierno. El gran y único culpable.
El intenso déficit hídrico ha golpeado entre muchos otros, a la producción lechera, con una pérdida estimada hasta el momento en U$ 136 millones, considerando el incremento de costos por aumento de suplementación (alimento para el ganado por falta de pastura) y por otro lado la menor facturación, según estudio de impacto en el sector lechero primario realizado por el Instituto Nacional de la Leche (Inale). Se estima que la seca ha representado hasta el momento una disminución de 61 millones de litros.
Pero a los dirigentes sindicales de la Asociación de Obreros y Empleados de Conaprole (AOEC) se ve que la pésima situación que castiga al país no les preocupa en lo más mínimo. Ya encontraron un nuevo pretexto para hacer paros y presionar con exigencias artificiosas. Su principal objetivo parece querer llegar a cogobernar la empresa y lamentablemente a veces lo logran.
Ejemplo paradigmático fue el largo conflicto a raíz de que las autoridades determinaran la expulsión de unos operarios que robaban, habiendo quedado grabados por las cámaras en el lugar. Fue tan grande el lío que armaron y los perjuicios económicos y sociales que se sumaban a causa del cese de actividades, que al final la dirección transó y los ladrones no fueron cesados.
Si bien en las 8 plantas de Conaprole trabajan 2000 personas, el actual enfrentamiento se produce por una supuesta afectación a unos 15 empleados de la usina de Villa Rodríguez donde hay 600 trabajadores. La gremial se ha puesto de punta debido a la compra de una nueva máquina de producción de leche larga vida proceso UHT. En el mundo hay unas 500 en funcionamiento y de acuerdo a la experiencia conocida se sabe la dotación de empleados que demanda.
De acuerdo al comunicado de la Cooperativa de Productores de Leche (Conaprole), esta inversión productiva no significará pérdidas de empleo, tampoco afectará salarios ni condiciones laborales. Es indispensable que la empresa, la más importante del país, se aggiorne e introduzca adelantos tecnológicos que en este caso apuntan al mercado interno y a la posibilidad de incrementar las exportaciones, en un envase más práctico y moderno. Se busca “trabajar con el padrón y funcionar con los parámetros del mercado mundial”.
A pesar de que los productores de la cooperativa se han tenido que enfrentar (y no ha terminado) a una letal sequía, desde el gremio han impulsado un conflicto “tan injusto como inexplicable” contra una medida en beneficio de toda la producción. Los empleados del área UHT trabajan 9 horas de lunes a viernes y tienen ingresos muy superiores a la media nacional.
A diferencia de los tamberos que surten la materia prima para elaborar todos los productos lácteos que consumimos. Y no disponen de fines de semana libres, ya que las vacas deben ser ordeñadas de mañana y de tarde los siete días inexorablemente, a riesgo de que se enfermen. Sin embargo, en la instalación industrial el ausentismo es muy elevado.
La continuación de esta pugna sindical está generando un progresivo desabastecimiento en el mercado local con múltiples perjuicios para consumidores, almaceneros, distribuidores y sus respectivos empleados al vender menos, a los tamberos, principalmente a los pequeños y medianos familiares, a los cientos de trabajadores de la cooperativa y demás integrantes de la cadena que deben esforzarse aún más, para salvaguardar la inocuidad del importante alimento.
Trabajan a reglamento y no solo en la de Villa Rodríguez, con paros por turno y asambleas. Se atrasan los procesamientos, el retiro de leche de los tambos se hace más lento, hay tanques que se desbordan y se desperdicia ese rico alimento obtenido con tanto esfuerzo y tan necesario. Los sindicatos uruguayos no solo están ultrapolitizados, sino que suelen ser un serio escollo para el progreso.