Industrias y miles de ganaderos de leche de vaca cuyos contratos finalizan el próximo día 30 negocian en esta segunda quincena de junio la renovación de los mismos para los próximos tres o cuatro meses. Este proceso se desarrolla en un momento de cierta estabilidad en el sector con solo un ligero aumento de la oferta, suaves reducciones en la demanda y el incremento de las importaciones, especialmente en forma de quesos de pasta blanda baratos elaborados generalmente con leches excedentarias de otros países comunitarios, y muy especialmente de Alemania y Países Bajos.
En este contexto, la mayoría de las industrias acuden a estas negociaciones con propuestas de nuevos contratos que traen rebajas de las cotizaciones de entre dos y tres céntimos, lo que está causando el rechazo del sector productor. Medios ganaderos creen que esas propuestas han podido llegar tras algún tipo de pacto tácito de la industria para aplicar una estrategia conjunta. Esa posibilidad real de pactos parece hoy, sin embargo, una apuesta arriesgada de las industrias si se tiene en cuenta el coste en multas que impuso Competencia para un grupo de empresas por ese tipo de acuerdos hace unos años. Las industrias proveedoras de Mercadona no bajarían los precios y ofrecerían la continuidad de los actuales, lo que sería un mal menor para los ganaderos.
Estas negociaciones vienen marcadas, de entrada, por las diferencias tradicionales de poder entre el ganadero y la industria, a pesar de la existencia de la llamada Ley de la Cadena por la que se obliga al comprador a pagar un precio que al menos cubra los costes de producción. Igualmente, las conversaciones están afectadas por el estancamiento de la demanda. A todo ello se suma la entrada masiva de productos excedentarios de otros países comunitarios, tanto en forma de leche como de otros derivados lácteos, además del peso de la marca más barata de la distribución.
En los últimos tiempos los precios han tenido un comportamiento errático que va desde unas cifras de ruina a cotizaciones por encima de los 0,60 euros hace poco más de un año, con un precio medio en 2023 de 0,54 euros frente a los 0,46 euros de 2022. Con las cifras récord de 2023, el año cerró con una cotización oficial de 0,52 euros. A partir de esos niveles, iniciaron una senda ligeramente descendente hasta los 0,488 euros calculados como cifra oficial para abril por el Fondo Español de Garantía Agraria (FEGA). En la actualidad se sitúan entre los 0,45 y los 0,47 euros, cotizaciones sobre las que las industrias tratarán de aplicar ese ajuste de varios céntimos de cara a las compras en los próximos cuatro meses.
Agaprol, la primera organización de productores de leche, rechaza hoy una rebaja de los precios por considerar que no se ha producido el exceso de oferta que se registra en otras campañas como consecuencia de un clima que no ha provocado el típico aumento de los rendimientos en primavera. Desde la organización UPA, Román Santalla, ganadero gallego y responsable del sector, considera inaceptable e inasumible para los productores una rebaja de los precios cuando los costes de producción se han disparado hasta los 0,50 euros.
Estos precios por producir no serían solo consecuencia de unos mayores costes por los piensos, sino sobre todo por la subida de los precios de otros insumos, costes laborales y servicios en un año en el que las cotizaciones de las materias primas para la alimentación animal -cereales o soja- habían dado un respiro. Todo ello ha puesto a miles de ganaderos en la puerta de salida de la actividad, bien por la vía de las jubilaciones o simplemente por el abandono de la explotación liquidando en muchos casos las cabañas por falta de relevo generacional.
Los precios pagados actualmente a los ganaderos españoles son, sin embargo, ligeramente superiores a los percibidos como media por los ganaderos en toda la Unión Europea, situados en poco más de 0,46 euros kilo con unos costes de materias primas similares, pero con unas estructuras productivas más eficientes que les permiten tener una posición más competitiva a la hora de abordar el mercado de productos, como ocurre con los quesos que llegan a los lineales españoles desde Alemania, Holanda o Dinamarca.
Tres problemas.
Según los datos manejados por la patronal de las industrias, los ejes de los problemas actuales en el sector de la leche se concretarían en tres escenarios complementarios. Por un lado, se ha registrado una caída de la demanda en general y muy especialmente en los hogares, en los que el consumo, lejos de crecer, cayó un 0,16% hasta los 4,233 millones de toneladas. Las ventas de yogures y postres se redujeron además en un 3,1%; y en un 2,5% en el caso de los batidos. En la parte positiva, el consumo de leche líquida creció un 1,8% y el de quesos lo hacía el 1,1% hasta las 800.000 toneladas, con una producción de 550.000 toneladas. Sin embargo, mientras las importaciones crecían entre un 5% y un 10%, según tipos de producto, la venta de los quesos de producción nacional caía entre el 1,3% y más del 3%. Esto provoca un descenso de ventas, menos compras de leche y más producto almacenado que, a la postre, se refleja en los precios de los mercados en origen.
En segundo lugar se halla el incremento de las importaciones de productos lácteos, desde la leche fresca hasta las 169.000 toneladas de yogures, pasando por 45.000 toneladas de nata, 75.000 toneladas de leche en polvo y sobre todo las 362.000 toneladas de queso que, en equivalente en leche -a razón de siete litros por kilo- ya suponen más de 2,56 millones de toneladas. Esta cifra superaría los cuatro millones de toneladas si se realizara la misma operación con sus equivalencias en los demás productos lácteos, lo cual supone las cifras más altas de la última década.
Finalmente el sector de la leche sufre en los últimos años la estrategia de la gran distribución, empeñada en posicionarse en los mercados de cara al consumidor final con las marcas blancas o de la distribución, más baratas que las marcas de fabricante y cuyo diferencial de precios se reabsorbe en la parte inicial de la cadena (el ganadero). Esto productos tienen una cuota de mercado del 58% en leche y del 70% en yogures y quesos.
En 2023, el número de ganaderos bajó por primera vez de los 10.000 (había 10.531 en 2022) siguiendo una caída permanente. Esta reducción de explotaciones se compensa con una mayor capacidad productiva de las granjas que quedan, con animales que llegan a superar el rendimiento de 12.000 litros por cabeza, impensable hace unos años. El relevo generacional sigue siendo una asignatura pendiente en cuanto que, según datos recientes, más del 12% de los ganaderos tiene más de 65 años, aproximadamente el 37% está entre los 55 y los 64 años y un 29% entre los 45 y los 54 años. En la parte más joven un 16% se halla entre los 35 y los 44 años, solo un 5% entre los 25 y los 34 y únicamente un 1% tiene menos de 25 años.
Las entregas de leche en origen prácticamente se han estabilizado en el entorno de los 7,3 millones de toneladas. En todo caso, se trata de una cifra muy por debajo de la demanda interior total, cercana a los 10 millones de toneladas, lo que supone una dependencia permanente de las importaciones, fundamentalmente desde los principales países productores de la Unión Europea, para los que España es una salida importante para sus excedentes en leche, pero especialmente en productos derivados.
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