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El veterinario Claudio Cabral hizo su carrera en Las Flores, pero desde hace 16 años trabaja en una empresa líder en producción de extractos vegetales para la nutrición animal, que buscan remplazar a los tradicionales antibióticos.

 

 

Claudio Cabral (59) ahora vive en Luján, donde nació. Pero estudió y vivió en la Capital Federal en la época en que no había muchas facultades de veterinaria y había que estudiar mucho. Recuerda que se presentaban 2000 candidatos e ingresaban apenas 400.

Sus abuelos eran trabajadores rurales en La Pampa y se trasladaron en los años ’40 a la zona del Mercado Central, en el Conurbano bonaerense, y al poco tiempo se mudaron a Luján. En los años ’70, cuando comenzó a intensificarse la producción lechera, su padre creó una empresa de fabricación de implementos para tambos. Porque un amigo inventó unos comederos que permitían dosificar la ración de alimento para las vacas durante el ordeñe. Se accionaban desde la fosa y se podía racionar tirando de una piola, en forma primitiva, tantas veces se quisiera. Fueron un boom y llegaron a estar en todos los tambos del país.

En esos tiempos, La Serenísima creó un departamento de asistencia técnica a los productores, cuyo principal impulsor fue el ingeniero Luis Mercenaro, quien hoy produce la revista Producir XXI. Gracias a este asesoramiento, los tambos pasaron a producir el doble y el mismo departamento recomendaba sus comederos.

 

 

Entonces crearon la marca “Carova” y agregaron la venta de ordeñadoras marca Bosio, silos, bretes, tinglados y demás. Siempre fue una empresa chica, de bajo perfil, pero como a la mayoría los castigó el Rodrigazo, la inflación y todas las crisis con las que el Estado golpeó a las pymes a lo largo de la historia. Luego, las tecnologías fueron cambiando y tuvieron que reconvertirse, para hoy fabricar y comercializar una línea de productos para la crianza artificial de terneros en guacheras.

En todo este ámbito se crió Claudio, y participó en la última etapa del desarrollo de los productos para las guacheras. Después de recibido, trabajó en la consultora de Marcenaro, asesorando a empresas proveedoras del sector agropecuario. En 1987, trabajó durante un año para una cooperativa de inseminación de Venado Tuerto, dentro del área de Buenos Aires y se casó con Andrea, que trabajaba de maestra jardinera. Vivieron un año en Luján y se mudaron a la ciudad de Las Flores, en la provincia de Buenos Aires, a una chacra de 3 hectáreas con una casa de campo muy linda.

 

 

En esa época comenzaban a aparecer los primeros feed lot en el país y Claudio se armó el suyo, pequeño. Todos los años engordaba a 50 o 60 animales. En el centro de la ciudad abrió su propia veterinaria “Rodeo Chico”, junto a su socio Jorge Diéguez, y la tuvo por 8 años, hasta que, en 1997, por razones familiares tuvo que regresar a Luján. Pero continuó viajando a Las Flores, asistiendo a los clientes que allí tenía.

En esta ciudad fue columnista de sanidad animal en el programa radial que aún conduce Marcelo Pellejero y que éste fundara junto al payador Pablo Díaz, “Al sur del Salado”. Y fue su primer auspiciante con su veterinaria. También fue columnista en cuestiones de veterinaria en Infocampo Radio, durante seis años.

Actualmente, Claudio, lleva 16 años trabajando como Director Técnico del área de alimentación animal, para la región de toda Latinoamérica en la empresa italiana Silvateam, líder mundial en la producción de extractos vegetales naturales para la nutrición animal.

Son productos en base a taninos para diferentes industrias, que son promotores de crecimiento y vienen a remplazar a los antibióticos para mejorar la producción y la sanidad animal en cerdos, pollos, vacunos, sin generar problemas de resistencia antimicrobiana. Es que los antibióticos se les da a los animales en las comidas, todos los días, en bajas dosis, que con el tiempo generan el desarrollo de cepas bacterianas resistentes a los mismos antibióticos.

Claudio suele viajar a Estados Unidos y a Europa para reunirse con investigadores. Su trabajo es de una gran responsabilidad. La experiencia de haber trabajado a campo le facilita mucho la aplicación de nuevas tecnologías y lo hace con una gran pasión. Cuando asumió el trabajo en esta empresa fue despidiéndose poco a poco de sus clientes como veterinario, para al fin dedicarse exclusivamente a este proyecto. Dice que la gente de la empresa cree en la necesidad de producir alimentos de modo sustentable, y por eso invierte muchísimo en la investigación para producir alimentos con tecnologías que cuiden en planeta. Esta empresa familiar fue fundada en Piamonte, en 1854. Señala que es muy interesante saber que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ya habla de “una sola salud” tanto para los animales como para los humanos, y que este remplazo de los antibióticos por los extractos vegetales naturales se hace beneficiosamente extensivo a los humanos.

 

 

Claudio celebra que actualmente ya haya muchas empresas que están utilizando esta tecnología. Y como le gusta viajar y difundir conocimientos, se siente en su salsa. Este personaje, además corrió durante tres temporadas en “Turismo Mejorado Histórico” con un automóvil Peugeot 404 de 120 HP, que en la recta del Circuito 12 del autódromo de Buenos Aires, llegaba a la velocidad de 200 kilómetros por hora. Además se reconoce como un frustrado piloto de aviones, porque inició los cursos tres veces, y las tres abandonó. Toda su vida ha jugado al tenis y dice que sus ídolos han sido Carlos Reutemann y Guillermo Vilas.

 

 

Desde su infancia escuchó a Cafrune, los Chalchaleros, Hernán Figueroa Reyes. Lo emociona la historia de la zamba Luna Cautiva que describe el Chango Rodríguez, y la belleza que pinta Jorge Sosa en su Tonada de Otoño, conocida popularmente como Otoño en Mendoza. Sigue siendo fanático de Los del Suquía, sobre todo con dos de sus canciones: Jardín Florido y Tranvía del recuerdo.

Confiesa Claudio, que como todo padre y abuelo, sueña que en el futuro sus hijos y nietos puedan elegir libremente “su lugar en el mundo”, y espera que no se tengan que ir de su país porque éste los expulse.

Este apasionado veterinario, Claudio Cabral, eligió dedicarnos la zamba “Luna Cautiva”, del Chango Rodríguez, por Jorge Cafrune.

 

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