De mal en peor. Los costos de la lechería no encuentran techo y se distancian del precio que reciben los productores de forma significativa.

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De acuerdo con los datos publicados por el Observatorio de la Cadena Láctea Argenta (OCLA), el precio de equilibrio que debería tener el sector, que contempla la retribución al capital invertido y el efecto negativo de la sequía, asciende a 135 pesos.

En tanto, el valor promedio que las industrias pagaron a los tambos en julio fue de 107 pesos. Esto significa que el precio es 21% menor al costo de producir un litro de leche.

Los cálculos se hicieron en la previa a las elecciones PASO y, por lo tanto, a la devaluación del lunes siguiente, que incrementó costos en diferentes actividades y redujo los valores en dólares de todas las producciones.

En ese contexto sectorial, y teniendo en cuenta las perspectivas de cambio de gobierno y la posible actualización cambiaria que supuestamente haría quien asuma, los pequeños y medianos productores se las ven negras.

Además, la producción se mantiene en niveles similares a los del año pasado pero con una caída fuerte de las exportaciones, cercana al 15%, lo que indica que se está volcando de forma obligada más leche al consumo local, que tiene cada vez menos poder de pago.

Para las industrias la situación tampoco es buena. El tipo de cambio oficial les resta competitividad exportadora y a eso se suman las limitantes internas a la venta de productos. La diferencia es que tienen en quién descargar esas ineficiencias resultantes de la crisis y del mal manejo macroeconómico de los funcionarios.

Pero el productor, que es el último eslabón de la cadena y el origen de la misma, es el que más sufre esta situación y por eso cada año hay menos tambos chicos, al tiempo que se profundiza la concentración.

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