Doce explotaciones lácteas están en trámites para entrar en el Craega y apostar por un modelo de producción que promueve la nueva PAC. La de Juan Manuel Moar obtuvo el sello el pasado agosto y ahora compensa el aumento de gastos con su mayor calidad de vida y con que cobra 20 céntimos más por litro.

«Estamos sos. No lugar máis bonito da volta». Los que están solos, con sus vacas, son Juan Manuel Moar Manteiga y su mujer Marisol Sánchez.
El lugar más hermoso en toda la redonda del que hablan, Valga, da nombre a su ganadería, una granja ubicada en la parroquia de Visantoña, en el concello de Mesía, que el pasado mes de agosto concluyó los trámites que la convierten en una de las 108 explotaciones lácteas certificadas en Galicia con el sello del Consello Regulador de Agricultura Ecolóxica (Craega). Y junto a ellas hay otras doce en conversión.
En total son 120, tan solo el 1,6 % del total de granjas dedicadas a la producción de leche y mixtas que hay en Galicia, según los últimos datos correspondientes al año pasado del Instituto Galego de Estatística (IGE).
El giro hacia un modelo de producción más acorde con las prácticas tradicionales, aunque tímido, muestra la tendencia marcada por la batuta de un consumidor cada vez más concienciado con el medio ambiente. Ese mismo cliente es el que actúa en los mercados como un director de orquesta que marca el ritmo de industria, distribución y, como no, del productor.
A veces también es la industria, que busca proveedores de materia prima certificada para cubrir su demanda, las que dan un empujón para que den el paso. Lactalis, que fue una de las primeras en entrar en ese terreno allá por 1999, recogió el año pasado en Galicia veinte millones de litros de leche eco, pero espera continuar aumentando.
De hecho, como apuntan desde la multinacional, son un total de 57 los ganaderos gallegos que surten leche ecológica a las plantas de la compañía, aportándole el 75 % del producto ecológico que recoge en España. Leche Celta no se queda atrás, al haber comenzado a envasar marca blanca ecológica para la gran distribución. De hecho fueron ellos los que animaron a Juan Manuel a sumergirse de lleno en esta aventura. Aunque su conciencia ecológica realmente se la inculcó su esposa Marisol.
Pero es que además ese es el camino que quiere incentivar Bruselas a través de la nueva política agraria común (PAC) 2021/2027, como ya ha quedado claro también en estrategias como De la granja a la mesa.Dedicar entre un 20 y un 30 % —índices sobre los que ahora han de ponerse de acuerdo el Consejo, el Parlamento y la Comisión durante los trílogos— de las ayudas del primer pilar de la PAC al desarrollo de prácticas agroganaderas más ecológicas, los llamados ecoesquemas, son la prueba de que Bruselas anima a los ganaderos a avanzar hacia el modelo de producción ecológica.
Eso es lo que hizo Juan Manuel Moar, quien asegura estar «bastante contento de ter dado este paso». Porque además, como dice, vive mejor y las cuentas le dan: «Hai más gastos porque o concentrado ecolóxico custa 154 céntimos máis, pero estamos obtengo 20 céntimos máis do que obtiñamos por cada litro», cuenta. Y además describe otras ventajas como la reducción de los problemas de patas o mamitis en el ganado al sacar a sus vacas a pastar durante todo el día —entran al establo para ser ordeñadas— en unos campos «onde non abonamos a terra». Y sus vacas de leche viven más: «Témolas de once e de quince anos». ¡Que vivan!.

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