A la cadena de lácteos no le ha ido tan mal con la pandemia, aunque sí disminuyó el consumo de quesos y cremas, debido al cierre de restaurantes, dijo el tesorero de la Confederación Nacional de Organizaciones Ganaderas (CNOG), Salvador Álvarez Morán.

Regularmente en Semana Santa y durante las vacaciones de verano se reduce el consumo de leche, lo que ocasionó en años pasados que se registraran problemas de comercialización por los sobrantes que se tenían; sin embargo, el confinamiento de este año no permitió que existiera tal excedente.
Las ventas de leche blanca pasteurizada y ultrapasteurizada se incrementaron porque con el aislamiento las personas se quedaban en casa, lo que hizo que consumieran más leche, comentó.
Explicó que dentro de la Comisión Ejecutiva Bovinos Leche hay una unidad de inteligencia de mercados que permite observar que se redujo el consumo de queso y crema en este lapso.
Explicó que esta disminución posiblemente se compensará con el incremento en el consumo de leche.
“En la pandemia hubo compras de pánico, sobre todo de productos como leche de larga vida. Los que tuvieron problema fueron los yogurts, quesos y crema porque su comercialización depende de la actividad en hoteles y restaurantes y hubo problemas de ventas en esas épocas”, explicó.
De acuerdo con la Cámara Nacional de la Industria Restaurantera, en el país se cerraron en este año 90 mil restaurantes, lo que trajo como consecuencia la pérdida de 400 mil puestos de trabajo.
Álvarez comentó que seguramente la producción nacional de leche crecerá 2% como ocurrió en años pasados, para alcanzar más de 12 mil 400 millones de litros de leche; mientras que el consumo se mantendrá en 15 mil millones de litros, con exportaciones de mil millones de litros equivalentes, lo que significa que seguirá el déficit de entre 27% y 30% de lácteos, por lo que se recurre a importaciones.
Aun en este entorno, dijo que “a la cadena de la leche no le ha ido mal con la pandemia”. El tipo de cambio en algunos momentos del año provocó un alza en los insumos que se requieren en la producción de leche y lácteos, lo que disminuyó margen de maniobra de los productores.
Otro de los temas que les afectó es el retraso en pagos de Liconsa a los lecheros, ya que ello generó problemas de efectivo a agroproductores.
Expuso que también se observó una “importación de quesos, 170 mil toneladas al año”, pero “son los de peor calidad en Estados Unidos que vienen a competir con los mexicanos”, aunque en realidad son productos reprocesados.
Los estadounidenses tienen una norma para reprocesar quesos que generalmente se usan para derretirse en pizzas, molletes, enchiladas, chilaquiles, los cuáles no son de los mejores, como lo es el Monterey Jack y Edam, comentó.
Álvarez dijo que aun con la pandemia siguió la importación de quesos finos europeos, cuyo volumen en 2019 fue de 22 mil toneladas, pero estos lácteos van a un sector de la población que no le importa cuánto le cuesta el producto, el cuál es caro porque se debe pagar un arancel de entre 20% y 30%, ya que aún no entra en vigor el nuevo Tratado de Libre Comercio Unión Europea-México.

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