Los sellos previstos en el proyecto de ley que tiene media sanción podrían propiciar una disminución el consumo de leche y sus subproductos, como yogures y quesos, claves en el aporte de calcio y otros nutrientes, advierte la nutricionista autora de esta columna.

Numerosos profesionales de la salud estamos preocupados por la posibilidad de que a los alimentos lácteos se los incluya en el etiquetado frontal de advertencia. La ley que promueve esta iniciativa obtuvo media sanción en el Senado y resta ser tratada en Diputados. El proyecto establece la colocación de una serie de sellos en la parte delantera de los envases de productos con altos contenidos de sodio, azúcares, grasas saturadas, grasas totales y calorías.

La leche, yogures y quesos son una importante fuente de calcio, necesario para mantener una densidad ósea satisfactoria incluyendo la integridad de las piezas dentales. El calcio también interviene en los impulsos nerviosos y la contracción muscular.

Estos alimentos contienen además proteínas de muy buen valor que aportan todos los aminoácidos esenciales y vitaminas A y D importantes para la inmunidad, la piel y las mucosas. No hay que olvidar que la vitamina D interviene en la absorción de calcio, entre otras funciones relevantes. La disminución del consumo de estos productos por parte de la población puede ser sumamente perjudicial.

Es por eso que las Guías Alimentarias para la Población Argentina del Ministerio de Salud de la Nación recomiendan consumir tres porciones diarias de leche, queso y yogur, donde cada porción equivale a una taza de leche líquida, una rodaja de queso o un vaso de yogur aconsejándose seleccionar los de menor tenor graso.

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El documento fue realizado por profesionales altamente capacitados en un trabajo interdisciplinario minucioso con bases científicas que lo avalan.

Etiquetado

Si bien es muy importante un etiquetado que oriente a la población en pos de una elección que promueva una alimentación sana y que disminuya los riesgos generados por el exceso de sodio, grasas y energía, en el caso de los lácteos, dada su composición natural, se podría generar una distorsión en la interpretación.

La leche se comercializa pasteurizada o esterilizada en envases que brindan seguridad e higiene al consumidor, los yogures se elaboran con controles y cultivos lácticos rigurosamente monitoreados que no permiten el ingreso de otros microorganismos perjudiciales, los quesos, con materia prima de primera calidad y tratada para que no transmita enfermedades. Además, brindan una serie de nutrientes imprescindibles para el mantenimiento de numerosas funciones del organismo.

Un factor que puede predisponer al no consumo de leche, yogures y quesos, es un etiquetado que no contemple la composición intrínseca de alimentos que contienen nutrientes clave con beneficios probados en la salud poblacional como es el que propone el uso de sellos de advertencia. Al no aclarar ni realizar ninguna acción o comunicación que brinde herramientas para la elección basada en el conocimiento, estos productos de enorme valor nutricional, pueden ser dejados de lado, o lo que es peor, puede generarse miedo al consumo.

El yogur, alimento rico en calcio, que contiene probióticos, vitamina A y proteínas de excelente calidad, solo por estar elaborado con leche que ya contiene sus propios azúcares y grasas, pero de gran valor nutricional, se transformaría en algo “peligroso”. Esto privaría a una gran parte de la población de esta importante fuente de nutrientes críticos y de bacterias benéficas ya que temerían consumirlo.

Si por el contrario, se establece un rotulado inteligente, no solo se cumpliría con los objetivos de una alimentación saludable sino que se estaría realizando paralelamente una acción educativa. Las consecuencias de una elección errónea en la salud pública serán difíciles de revertir.

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