Enfrenta problemas en la cadena de suministro y escasez de mano de obra.

Benjamin Whitely se dirigía a un supermercado Safeway en Washington D.C. el martes para comprar algunas cosas para la cena. Pero se decepcionó cuando encontró los estantes de verduras vacíos y una escasa oferta de pavo, pollo y leche.

“Parece que no encontré nada”, comentó Whitely, de 67 años de edad. “Ahora voy a tener que buscar en otro lado”.

La carestía en los supermercados de Estados Unidos ha empeorado en las últimas semanas luego de que problemas nuevos, como la variante ómicron del coronavirus y el mal clima, se han sumado a los problemas en la cadena de suministro y a la escasez de mano de obra que han afectado a los minoristas desde que comenzó la pandemia de coronavirus.

La escasez es generalizada, impactando verduras y cárnicos, así como artículos empaquetados como el cereal. Y se está reportando a nivel nacional. Las tiendas de alimentos de Estados Unidos por lo general tienen entre el 5% y el 10% de falta de existencias, pero ahora mismo esa tasa es de alrededor del 15%, de acuerdo con Geoff Freeman, presidente y director general de la Consumer Brands Association.

Parte de la escasez que los consumidores están observando en los estantes de las tiendas se debe a tendencias de la pandemia que nunca disminuyeron y que se han visto exacerbadas por la variante ómicron. Los estadounidenses comen más en casa de lo que solían hacerlo, sobre todo debido a que las oficinas y algunas escuelas siguen cerradas.

El hogar estadounidense promedio gastó 144 dólares a la semana el año pasado en tiendas de abarrotes, de acuerdo con FMI, una organización comercial de comestibles y productores de alimentos. Eso está debajo del punto máximo alcanzado en 2020 de 161 dólares, pero sigue siendo mucho más alto que los 113,50 dólares que las familias gastaron en 2019.

Y una escasez de conductores de camiones que empezó a presentarse antes de la pandemia sigue siendo un problema. En octubre, la Asociación Estadounidense de Transporte Terrestre dijo que en el país faltaban unos 80.000 conductores, una cifra histórica.

Además, los envíos de cargamentos siguen demorados, lo que afecta a todo, desde a los productos importados hasta los empaques que son fabricados en el extranjero.

Los minoristas y productores de alimentos se han estado adaptando a esas realidades desde principios de 2020, cuando las compras de pánico al inicio de la pandemia provocaron que la industria cayera en picada. Muchos minoristas están manteniendo más suministros de cosas como el papel higiénico, por ejemplo, para evitar una escasez grave.

“Todas las partes involucradas en el ecosistema de la cadena de suministro han llegado a un punto en el que tienen ese manual y son capaces de superar ese nivel básico de problemas”, comentó Jessica Dankert, vicepresidenta de la cadena de suministro de la Asociación de Líderes de la Industria Minorista.

Generalmente, el sistema funciona. Dankert señaló que los estantes vacíos han sido un fenómeno inusual en los últimos 20 meses. Es sólo que ahora las complicaciones adicionales se están acumulando, comentó.

Al igual que ha ocurrido con el personal de los hospitales, escuelas y oficinas, la variante ómicron ha causado estragos en las líneas de producción de alimentos. Sean Connolly, el presidente y director general de Conagra Brands, que produce las verduras congeladas de Birds Eye, los aperitivos de carne Slim Jim y otros productos, comentó a los inversionistas la semana pasada que los suministros de las plantas de la empresa en Estados Unidos se verán limitados durante al menos el próximo mes debido a las ausencias relacionadas con la variante ómicron.

Las ausencias de trabajadores enfermos también están afectando a las tiendas de alimentos. Stew Leonard Jr. es presidente y director general de la cadena de supermercados Stew Leonard’s que opera tiendas en Connecticut, Nueva York y Nueva Jersey. La semana pasada, el 8% de sus empleados, unas 200 personas, estaban enfermos o en cuarentena. Generalmente, el nivel de ausentismo es del 2%.

La panadería de un supermercado tenía tantas ausencias por enfermedad que dejó de hacer sus productos habituales. Leonard dijo que los proveedores de carne y verduras le han comentado que también están lidiando con una escasez de trabajadores relacionada con la variante ómicron.

Sin embargo, Leonard dijo que, por lo general, los cargamentos llegan a tiempo, y cree que lo peor de la pandemia puede haber pasado ya.

En tanto, eventos relacionados con el clima, desde tormentas de nieve en el noreste de Estados Unidos hasta incendios forestales en Colorado, también han impactado en la disponibilidad de los productos y causado que algunos clientes compren más de lo habitual, exacerbando los problemas de suministro provocados por la pandemia.

Lisa DeLima, portavoz de Mom’s Organic Market, una tienda de alimentos independiente con sucursales en la región del centro de la costa este del país, dijo que las tiendas de la compañía no tuvieron productos para exhibir el fin de semana pasado porque el clima invernal detuvo a los camiones que intentaban llegar de Pensilvania a Washington.

Ese cuello de botella ya se resolvió, comentó DeLima. Desde su punto de vista, la escasez intermitente de ciertos artículos que los compradores ven ahora no es nada comparada con la escasez más crónica del principio de la pandemia.

“La gente no necesita hacer compras de pánico”, comentó. “Hay muchos productos. Es sólo que está tomando más tiempo llevarlos del punto A al punto B”, añadió.

Los expertos están divididos en torno a cuánto tiempo las compras en el supermercado se sentirán como una búsqueda del tesoro.

Dankert cree que se trata de un contratiempo, y que el país volverá pronto a la normalidad, aunque todavía con problemas en la cadena de suministro y escasez de mano de obra.

“No habrá una escasez de productos prolongada, sólo incidentes esporádicos y aislados, ese momento en el que la cadena de suministro tarda un minuto en ponerse al día”, señaló.

Pero otros no son tan optimistas.

Freeman, de la Consumer Brands Association, dijo que los problemas relacionados con ómicron podrían aumentar a medida que la variante se propague en la región centro norte del país, donde operan muchas compañías grandes de alimentos empaquetados como Kellogg Co. y General Mills Inc.

Señaló que cree que el gobierno federal debería hacer un mejor trabajo para garantizar que los trabajadores de la industria alimentaria tengan acceso a pruebas de coronavirus. También le gustaría que hubiera normas unificadas para cosas como los procedimientos de cuarentena para empleados vacunados. Ahora mismo, comentó, las compañías están lidiando con una mezcla de regulaciones locales.

A largo plazo, podría tomar tiempo para que las tiendas y compañías de alimentos descifren los patrones de compras de los clientes que surjan a medida que la pandemia vaya remitiendo, dijo Doug Baker, vicepresidente de relaciones industriales de la FMI.

“Pasamos de un sistema de inventario puntual a una demanda sin precedentes sobre una demanda sin precedentes”, comentó. “Vamos a jugar con todo ese sistema de inventario durante varios años”.

Mientras tanto, Whitely, el cliente de Safeway en Washington, dijo que tiene suerte de estar jubilado porque puede pasar el día buscando productos si las primeras tiendas a las que va ya no tienen. La gente que trabaja o cuida de sus seres queridos enfermos no puede darse ese lujo, señaló.

“Algunos están tratando de conseguir comida para sobrevivir. Yo sólo intento cocinar un guisado”, comentó.

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