Vacalín lleva más de cinco décadas en el negocio del dulce de leche y se hizo conocido como proveedor industrial. Ahora quiere ganar lugar entre los consumidores.
El dulce de leche es multifacético. Puede comerse a cucharadas directo del pote o también marida bien como relleno de bombones, magdalenas y alfajores.

Existen muchas marcas de esta dulce tentación, sin embargo solo una de ellas se encuentra detrás del dulce de leche presente en algunas de las golosinas favoritas de los argentinos

Vacalín opera hace más de 50 años en el negocio y su familia fundadora lleva aún más tiempo dentro del rubro.

Havanna, Cachafaz y Guaymallen son solo algunos de los alfajores que usan una de las tantas recetas de la compañía. Dicen que tienen más de 100 versiones distintas de dulce de leche. Cada una de ellas tiene algún pequeño cambio que la hace única. Pero en la última década, la firma también apostó por llegar directo a los consumidores con su propia etiqueta y locales boutique en AMBA.

Joaquín Rodríguez llegó desde España y en 1926 inició su camino emprendedor como repartidor de dulce de leche. Luego, junto a otros inmigrantes españoles, ingresó al mundo industrial con una participación en una fábrica que elaboraba y vendía bajo la marca El Mago.

 

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Ernesto Rodríguez (h), presidente de Lácteos Vacalín

El secreto de los kioscos

Su hijo mayor, Ernesto Luis, heredó sus acciones y continuó dentro del rubro. En 1973 fundó su propio proyecto, Lácteos Vacalín, con una fábrica en Bartolomé Bavio, dentro del partido de Magdalena. Durante la siguiente década se incorporaron sus hijos, Ernesto (h) y Hugo.

La compañía apuntó al negocio industrial y por eso, en los 90, se enfocaron en la producción a gran escala. Se convirtieron en proveedores de marcas de panificados, golosinas y helados. Por eso durante mucho tiempo optaron por no hacer publicidad, ya que el consumo masivo no era su nicho. Luego el foco estuvo en el exterior y en el 2000 concretaron su primera exportación.

Ernesto (h) adquirió la parte de su hermano y pasó a administrar la compañía junto a sus tres hijos. Al dulce de leche le sumaron otros productos dentro de su portfolio, como helado, manteca, postres, crema y quesos. “Las empresas familiares son muy temperamentales. Una persona me dijo que hay que convertir siempre en primera generación a la empresa, es lo mejor para su salud. Hay veces en las que las compañías crecen mucho más despacio que la familia, y ahí es donde entran los problemas”, aseguró Rodríguez, en diálogo con APERTURA en 2017.

De los alfajores al supermercado

A partir de 2010 decidió abrir un nuevo frente: el consumidor directo. Todos habían probado su dulce de leche, pero pocos conocían la marca. Invirtieron en envasadoras para llegar a los comercios minoristas. A su vez, apostaron por abrir sus propias tiendas boutique, Vacalín Directo de Fábrica.

La primera se inauguró en La Plata ese mismo año. Recién dos años después abrieron la segunda, en CABA. Hoy cuentan con 34 sucursales repartidas en AMBA donde no solo venden sus productos, sino que también comercializan pan, fiambre, aderezos, salsas, aceites y licores.

 

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Ya abrió más de 30 sucursales de sus tiendas boutique.

En 2017 encaró una ampliación de su planta con una inversión de u$s 12 millones para escalar su producción a 11.000 toneladas de producto por mes. “Hay que dedicarse a ser fuertes en pocos productos y ser eficientes”, indicó el ejecutivo.

Vacalín elabora alrededor de 26.000 toneladas anuales de dulce de leche, su producto estrella, además de 4500 toneladas de leche en polvo, 1500 de crema y manteca y otras 4500 de diversos tipos de queso. Su próximo objetivo: seguir creciendo en el exterior, donde el dulce de leche argentino tiene una oportunidad.

 

Leé también: ?  La vuelta al mundo en 80 quesos – eDairyNews-ES

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