Los ganaderos gallegos —y, probablemente, también los de otros lugares— llevan tiempo quejándose de que el precio que se les paga por el litro de leche es inferior a lo que les cuesta producirlo. Como consecuencia, muchas explotaciones optan por cerrar y otras han de hilar fino para sortear las pérdidas como buenamente puedan.
La ciencia económica ofrece una explicación clara y concisa del porqué de esta situación: las empresas que compran la leche ejercen poder de monopsonio frente a los ganaderos, porque las condiciones lo propician. Esta explicación ayuda a entender también que revertir este escenario no pasa por los muchos intentos que se han llevado a cabo para firmar acuerdos con las empresas compradoras de leche. En el mejor de los casos, estos acuerdos pueden solventar momentáneamente el problema, pero no de manera estructural, tal como evidencia una y otra vez el fracaso continuo de los mismos.

En un mercado en el que la venta del producto está concentrada en una o pocas empresas y la demanda proviene de un elevado número de compradores, cada uno irrelevante con respecto al tamaño del mercado, el producto siempre se vende a un precio por encima de lo que cuesta fabricarlo. Esto es lo que se conoce como poder de mercado monopolista u oligopolista, y lo que hacen las empresas en este caso es reducir la producción para que el precio aumente cuando están obligadas a cobrar un precio uniforme, o, si pueden cobrar precios distintos según quien sea el comprador, diseñar tarifas con las que pueden producir una elevada cantidad y, al mismo tiempo, cobrar un precio superior al coste de producción. Todo aquel producto por el que usted pague una cuota fija y otra cantidad variable en función de lo que compre es un ejemplo de esta práctica.

Ganaderos

Los ganaderos se enfrentan a una situación similar. Cambiarla no es fácil y, en todo caso, pasa por concentrar la producción más de lo que lo está ahora. Así, lograrían cierto poder de oligopolio para contrarrestar el poder de monopsonio que detentan las empresas que les compran la leche. En definitiva, ir hacia una suerte de oligopolio bilateral donde la negociación entre las partes sería, sin duda, más equilibrada que en el contexto actual.

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