El 2020 las encontró golpeadas por la crisis económica de los últimos años. Ventas fluctuantes y aumento de costos de producción.

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Las cooperativas supieron ganarse su lugar en el mundo y en Argentina esta forma de gestión se convirtió en el camino para sobrevivir de muchas empresas en crisis. En Rosario y la región hay numerosos y diversos casos, pero en todas sobresale un signo distintivo: la necesidad de mantener la fuente de trabajo. Con sus épocas mejores y peores, la ciudad cuenta con casos emblemáticos de asociativismo como Cotar, Mil Hojas y, más acá en el tiempo, Prunelle, en Soldini. La pandemia las encontró con un escenario de consumo ya castigado por la crisis económica. Y atravesar la nueva normalidad no les está siendo nada fácil.
La Sociedad Cooperativa de Tamberos de Rosario Ltda, Cotar, estaba a punto de quebrar cuando un distribuidor a principio de 2019 se hizo cargo de la gestión y comenzó a normalizar la producción en la planta del reconocido barrio café con leche en la zona norte de Rosario. Se estaban acomodando las cuentas de la tradicional firma de la ciudad, y apareció la pandemia.
En Mil Hojas hace muy poco tiempo ampliaron sus instalaciones con un nuevo espacio en Uriburu y Entre Ríos, con el firme objetivo de ampliar su producción y fabricar para terceros. Pero la llegada del Covid-19 complicó la producción, a partir de la reorganización del personal por cuestiones sanitarias. Los planes quedaron en stand by. Y aunque las ventas se movieron al alza, los costos también.
Prunelle se convirtió en cooperativa hace apenas tres años, luego de que el último dueño de la empresa abandonara todo. Este grupo de 10 trabajadores comenzaba a rearmarse, aunque en medio de la crisis no era sencillo. Otra vez, el coronavirus metió la cola y el consumo de shampoo fluctuó como nunca por estos meses.
Durante la pandemia, el cooperativismo se convirtió en una salida. De acuerdo a datos suministrados por el Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (Inaes), hasta fines de septiembre hubo en Argentina 1.237 organizaciones que iniciaron los trámites para convertirse en cooperativas. En 2019 fueron 981 y en 2018 llegaron a 841.
La láctea de la ciudad
Andrés Marmiroli, es socio gerente de C.oma, la administradora de Cotar desde enero de 2019. “Cotar estaba a punto de cerrar, yo era un distribuidor y creamos una SRL con un contrato de explotación con la cooperativa porque tenía sus cuentas embargadas, pedidos de quiebra, y esa fue la única forma de que vuelva a la actividad”, relató sobre el nuevo camino que tomó la empresa láctea que en ese entonces tenía casi cero actividad.
A partir de este nuevo escenario, Cotar fue retomando la producción, refinanciando deudas, y redefiniendo su estrategia de comercialización. Como era indispensable contar con ingresos rápidamente, y las grandes cadenas de supermercados abonan a plazos muy largos, una de las primeras decisiones fue salir de los súper grandes. “Distribuimos en los negocios de cercanía. La leche la pagamos por anticipado y nos pagaban a 30, 60 ó 90 días, era imposible y por el momento no tenemos pensado volver a los grandes porque no era un negocio rentable para la cooperativa”, detalló.
Marmiroli recordó que en 2019 Cotar no tenía materia prima. “No había leche, los tamberos se habían ido, no llegaban ni dos camiones por semana y tuvimos que salir a comprar leche. Ahora no hay muchos socios pero sí muchos pooles que nos venden y no tenemos problema de materia prima”, relató.
Actualmente Cotar tiene unos 10 socios, mientras que 20 años atrás eran más de 270. Además, de la crisis propia, el modelo del negocio tambero cambió. Muchos pequeños tambos cerraron y todo se complejizó. “Hoy los tamberos están reacios a hacer socios, prefieren vender y listo”, indicó.
El compromiso de la nueva gestión fue mantener todos los puestos de trabajo. Hoy son 170 trabajadores que volvieron a cobrar su salario de forma regular. “En 2019 no cobraron por mes ni el 20% del sueldo y hoy es completo”, contó.
Sobre la producción en tiempos de Covid-19 dijo que por suerte nunca tuvieron que cerrar la planta. Sólo algunos aislados por posibles contagios por contactos estrechos y unos 20 trabajadores con factores de riesgo que están en sus casas. “Con los protocolos funcionamos bien. Sólo tuvimos algunas dificultades por la falta de insumos, pero nos reorganizamos”, señaló. Por tratarse de una fábrica de productos esenciales Cotar siempre pudo producir.
Durante los últimos meses, tuvieron una leve alza en las ventas, pero ese crecimiento no se convirtió en mayores ganancias. “Los precios estuvieron congelados, recién ahora se autorizó un alza el 3%, y cerraron las paritarias. Por ahora las tarifas de los servicios están congeladas pero no sabemos cuando eso termine que va a pasar”, relató el socio gerente de C.oma quien está un tanto inquieto por una deuda que la cooperativa tiene con la Empresa Provincial de la Energía (EPE).
Un tema que en Cotar esperan con ansias para reactivar la producción tiene que ver con las compras oficiales, sobre todo para los programas de ayuda para los grupos más vulnerables hoy tan vigentes por la crisis económica que vive el país, y el mundo producto del Covid-19. “Hemos tenido muchas charlas, pero compras pocas, sólo algo para el Banco de Alimentos, y algo a nivel provincial, para la cocina centralizada. En Nación nos presentamos a algunas licitaciones pero no tuvimos suerte”, mencionó.
Para recorrer con pasos firmes el sendero del crecimiento Cotar debe realizar algunas inversiones. Ya está casi lista la nueva caldera que les permitirá no quedarse sin un insumo básico como es el vapor. “Tenemos la aprobación de Litoral Gas casi lista y falta que el proveedor haga la puesta a punto. Hoy tenemos un embudo en la producción porque la planta funciona con gas, luz y vapor y si falta algo de eso no podés producir, y la caldera que estaba funcionando rinde al 30 o 40%”, detalló Marmirolli.
Otra de las inversiones en vistas es una nueva máquina ensachetadora, la operación casi estaba cerrada pero se frenó por la última escalada del dólar. Es que la financiación la hacía el proveedor y ante los movimientos de la divisa norteamericana prefirió esperar.
“Estamos en la etapa de que si no crecemos en un par de años vamos a tener el mismo conflicto que tuvo la cooperativa, es un negocio de mucha rotación y poco margen, el volumen da el equilibrio”, destacó Marmirolli sobre el futuro de Cotar.
Pastas con sello propio
Hugo Gómez, presidente de Cooperativa Mil Hojas, trazó un escenario prepandemia complicado, que no logró recomponerse a pesar de haber incrementado las ventas durante la pandemia.
La cooperativa está integrada por 15 socios fundadores, pero otros 42 trabajadores se desempeñan en la empresa Pastas del Sol SRL, que elabora productos en exclusividad para Mil Hojas en su nueva planta de Uriburu y Entre Ríos, más unos 60 repartidores particulares. La estructura de Mil Hojas fue creciendo a un nivel superior al imaginado y en pandemia con 12 trabajadores en sus casos por ser personal de riesgo fue una jugada de ajedrez para cumplir con la producción.
La situación que llegó con el Covid-19 sorprendió a Mil Hojas. El escenario de mayor venta que se registró en el primer tramo de la pandemia con casi toda la población en casa, se diluyó con el aumento de los costos. “Alcanzó para cumplir con la gente, si hubiéramos estado todos, sin pagar horas extras, hubiera sido una ganancia hermosa”, se lamentó Gómez.
Los números de la facturación crecen pero la hoja de gastos también. “Muchas veces salimos derecho, hasta perdimos en algunos momentos. Nosotros facturamos, pero fue para seguir trabajando”, indicó el presidente de la cooperativa, quien a pesar del nubarrón tiene algo en claro: “Tenemos que seguir funcionando y aguantar”.
Una paradoja en Mil Hojas, que seguramente puede haberle pasado a otras firmas, es que en la parte que funciona como pyme no pudieron solicitar ayuda oficial a través del plan de Asistencia al Trabajo y la Producción (ATP) justamente porque la facturación fue superior a la del mismo período del año 2019.
“Hace 21 años que somos cooperativa, somos 15 socios fundadores y nadie se fue. A la parte de la cooperativa le va bien, pero con la empresa se hace muy difícil. Vamos a ver si podemos avanzar con la idea de asociar a los pibes jóvenes con ganas y achicar la empresa. Se pueden lograr muchas cosas”, expresó Gómez, esperanzado sobre la llegada de un escenario económico más favorable para la cooperativa nacida de la crisis de 2001.
El shampoo familiar
Sergio Solezzi es secretario de la Cooperativa de Trabajo Productos de Cosmética Ltda., dueños de la marca Prunelle, y contó que el año arrancó con buenas perspectivas porque en enero y febrero se vendió “bastante bien” pero la pandemia cambió las perspectivas.
“Por suerte siempre estuvimos entre las empresas habilitadas para trabajar, por elaborar productos de higiene personal. Al principio las ventas cayeron un poco pero se trabajaba. Cumplimos con todos los protocolos, tenemos espacios amplios y nos dividimos por sectores para no estar todos juntos. Pero la venta durante el año fue variada”, relató sobre el movimiento en la cooperativa, formada luego de que en 2014 la firma dejó solos a sus trabajadores.
En Prunelle las ventas fluctuaron. Mientras que en mayo cayó el consumo en julio levantó algo y en agosto mejoró más. Nunca se registraron niveles de facturación similares a los del año anterior pero “fue razonable”. Solezzi contó que septiembre también fue un buen mes pero octubre volvió a caer.
“La gente no consumió shampoo de litro, debe usar jabón blanco o de tocador. Pero en otras épocas de malaria Prunelle por vender más barato que la competencia vendía bien. Hoy se relega el uso de shampoo. La tintura en cambio no bajó”, detalló Solezzi, quien agregó que ante este escenario de consumo no están trasladando a precio los aumentos de los insumos.
Prunelle hace tres años que está funcionando bajo la gestión cooperativa, tres años complejos en cuento a lo económico. “Año tras año tuvimos problemas: devaluación, devaluación y pandemia. Nos cuesta mucho sostener la cooperativa, arrastramos años difíciles para todos y se aceleró por la pandemia”, señaló el secretario de la cooperativa, quien consideró que “este año no gana nadie”.
En Prunelle, durante septiembre recibieron ayuda del Inaes. “Se trata de un subsidio que habíamos pedido hace dos años y en septiembre nos lo dieron. Lo usamos para compra de insumos, para tratar de levantar el stock, para no correr atrás del abastecimiento”, detalló Solezzi, quien agregó que en el corto plazo esperan pasar del actual 25% al 100% de uso de la capacidad de la planta de Soldini.

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