"En 2018 fue crítico, llegamos a registrar el cierre de una de cada siete granjas por el impacto de los aranceles", señala a Efe Jaime Castaneda, vicepresidente de la Federación Nacional de Productores Lácteos de EE.UU. (NMPF, en inglés).
Healthy Holstein dairy cows feed at a farm in central Washington in this December, 24, 2003 file photo. Many of the more than 60,000 dairy farms in the United States have been cutting costs, selling off their cows, or leaving the dairy business altogether as milk prices plummet 35 percent in just the past two months while dairy farm operating costs remain uncomfortably high. To match feature FINANCIAL/DAIRY-FARMS REUTERS/Jeff Green/Files (UNITED STATES) FINANCIAL/DAIRY-FARMS

Los ganaderos estadounidenses, uno de los sectores más afectados por la guerra comercial entre Washington y Pekín, remarcan el daño sufrido y encaran con temor la prolongada incertidumbre económica.

Antes de la primera ronda de aranceles impuestos por el presidente, Donald Trump, a las importaciones chinas, y la respuesta recíproca de Pekín, el mercado chino era el de mayor crecimiento para el sector lácteo estadounidense.

Castaneda explica que durante los primeros seis meses de 2018 las exportaciones a China habían subido casi un 20 % respecto al año anterior.

“Sin embargo, tan pronto como los aranceles fueron aplicados (en mayo de 2018), las exportaciones lácteas a China se redujeron. En la segunda mitad del año, las exportaciones cayeron un 32 %, pese a que China estaba comprando un 10 % más de lácteos en total”, remarca el experto en entrevista con Efe.

Si se amplía el foco al año completo, de julio de 2018 a julio de 2019, el impacto es aún más dañino: las exportaciones a China descendieron un 42 %.

Aunque el gremio reconoce las prácticas comerciales injustas de Pekín, el descontento de los ganaderos es notable ya que creen “que debería haberse hecho de otra manera”.

“Nos habría gustado encarar estas cuestiones con otros países, como Francia o España, que tienen los mismos problemas que tenemos nosotros (con China), y no hacerlo nosotros en solitario”, recalca.

Para el experto, la política añade complejidad al panorama, especialmente cuando el próximo año hay elecciones en las que Trump buscará la reelección.

“Deberíamos enfrentar los temas uno a uno, entendemos que el presidente aquí tiene solo cuatro años, mientras que el presidente de China, obviamente, es presidente de por vida. Eso claramente complica las cosas, acabas tratando de hacer demasiadas cosas a la vez”, insiste.

Los principales estados productores de lácteos en el país son California, Wisconsin, Nueva York, Idaho y Pensilvania.

De ellos, Wisconsin y Pensilvania, tradicionalmente demócratas y que apoyaron a Trump en 2016, fueron determinantes en la victoria del republicano por lo que el apoyo del sector agrícola y ganaderos será fundamental para su reelección.

Tras meses negando que la guerra arancelaria tuviera efectos sobre los productores estadounidenses, las presiones y quejas del sector acabaron forzando a la Casa Blanca a anunciar dos multimillonarios paquetes de ayuda financiera.

“No son la solución, lo hemos dicho en numerosas ocasiones”, sostiene.

Pero más allá de las consideraciones electorales, argumenta Castaneda, el problema de fondo es “la necesidad de abrir nuevos mercados, algo que Europa está haciendo negociando acuerdos que “son ventajosos para ellos” como el recientemente alcanzado con Mercosur.

“Nos estamos quedando atrás al cerrar estos mercados con guerras comerciales”, lamenta.

Tras haber sido el gran impulsor del libre mercado a nivel global, sorprende que Estados Unidos sea ahora del defensor del proteccionismo y se haya lanzado a una guerra arancelaria.

Para Castaneda, durante la Administración del demócrata Barack Obama (2009-2017), predecesor de Trump, no hubo un gran empuje para abrir mercados y no se ha hablado “claramente de libre comercio” desde la previa de George W. Bush (2001-2009).

“Pero es cierto que no se habían visto las posiciones extremas del actual Gobierno”, dijo sobre Trump, quien llegó a Casa Blanca con una agresiva agenda de nacionalismo económico.

El mandatario no parece, sin embargo, inclinado a ceder y ya anunció la subida de aranceles a cientos de productos procedentes de China, la última a finales de agosto, y ha prometido una nueva ronda en diciembre, con lo que la totalidad de las importaciones chinas estarían sujetas a nuevos gravámenes.

Pekín, una vez más, ha replicado con medidas similares y redoblado así la presión sobre el maltrecho campo estadounidense.

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