“Argentina siempre será mi hogar, pero las posibilidades y el bienestar con que se vive acá son algo irreemplazable” María Álvarez es una ingeniera agrónoma oriunda de Olavarría que eligió seguir su profesión en Nueva Zelanda.

Al principio visitó aquel país porque una amiga con la que estudió Agronomía en Azul había vuelto de allí y al ver sus fotos quedó enamorada, como quien dice ´a primera vista´. Pero luego se dio cuenta que podría crecer y progresar, algo que en Argentina comenzaba a serle cada vez más difícil.

“Yo me fui de Argentina a finales de 2013. Primero probé suerte en un tambo de Australia, luego volví a Argentina y después me vine a Nueva Zelanda. Al principio pensé un viaje de un año, pero decidí quedarme y hace 6 años que vivo acá y me encanta”, confesó María a Bichos de Campo.

La diferencia de 15 horas entre Argentina y Nueva Zelanda complicó la entrevista de a ratos, pero luego todo fluyó así como también fluye la vida de Álvarez en un país donde se vive de modo diametralmente opuesto al que conocemos en la Argentina.

Luego de empezar en un tambo como asistente (“farm assistant”), que es el trabajo más básico de allí, Álvarez pasó a gerenciar. “Lo hice para evaluar cómo eran los tambos de allí, un país que es líder en lechería a nivel mundial. Quería ver cómo era el sistema y me terminó gustando; aparte vi una posibilidad de crecimiento y la chance de obtener la residencia”.

-¿Desde chica te gusta el tambo?

-La verdad es que en un principio el tambo no me gustaba. Acá en Nueva Zelanda descubrí que el manejo es muy diferente al de Argentina y no lo siento una labor rutinaria como en mi país. También hice tambo en Australia, pero ahí el sistema es más parecido al argentino. Entonces decidí retornar a Nueva Zelanda porque allí es todo más simple.

-¿Aprendiste el oficio de tu familia?

-No, nada que ver. En mi familia son productores ganaderos, lo que hizo que de algún modo estuviera siempre relacionada con las vacas y al manejo en manga entre otras tareas, pero nunca tuve experiencia en tambos. Por eso fue un desafío para mi.

-¿Ya contás con la residencia en Nueva Zelanda?

-Apliqué hace 2 años y espero obtenerla en breve. La realidad es que se complica cada vez más sacarla. El gobierno neozelandés suele otorgarla a personas con cargos más importantes o bien cargos que sean necesarios como el de médico. A su vez también se requiere de cierta experiencia y de un sueldo de determinado valor y estudios. Es como que se ponen muchas trabas y filtros para otorgarla. De todos modos no es imposible conseguirla.

-¿Y cómo es gerenciar un tambo en Nueva Zelanda?

– El campo en que trabajo se llama Verde Holdings, y queda en la isla sur, en la costa este, a sólo 15 minutos del mar. Estoy encargada del tambo (“Manager”) y de hecho me gustaría llegar a crecer en la posición, en un puesto llamado “contract milker”, pero sólo podría acceder a ese puesto si me sale la residencia, ya que así podría tener un negocio a mi nombre. Hoy por hoy soy empleada del tambo Daily Holding. La empresa es dueña del campo y de los animales y yo escojo a los empleados con los que trabajo.

-¿Cuál es el premio que te dieron en abril de este año?

-Los premios son los Dairy Industry Awards, uno de los galardones más importantes de la industria neozelandesa, con repercusión mundial. Ahí obtuve un reconocimiento llamado “Dairy Manager of the Year 2021″ en la región donde trabajo, que es Canterbury North Otago. Todos los manager de mi región se presentan en esta competencia y lo que se requiere es que entreguemos una presentación en donde expliquemos cómo es el manejo que planteamos, a saber: pasto, animales, la mano de obra y finanzas del tambo. Luego ellos evalúan objetivamente de acuerdo a la zona, porque esta competencia es a nivel nacional y se percibe mucha diferencia en los manejos por las cuestiones de suelo y clima, pero de este modo pueden hacer un análisis objetivo.

La primera presentación la hice en febrero, y de ahí pasé a la final de la región donde debí presentarme nuevamente. Luego de cada presentación te dan una evaluación con los puntos a mejorar. Yo tuve que hacer tres veces la presentación: en la primera ronda, en la final regional y en la final nacional. En esta última final no tuve ningún premio pero hubo un argentino, Diego Gómez, quien sí obtuvo uno.

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-¿Cómo es el tratamiento a la mujer en una empresa agropecuaria neozelandesa?

-Quedé sorprendida al llegar a Nueva Zelanda por la igualdad de género que hay en lo laboral. En el campo no importa si sos mujer o varón, lo que importa es la actitud. Acá todos están dispuestos a enseñarte, no te piden que cuentes con 10 años de experiencia. Hay muchas más oportunidades que en Argentina. No hace falta experiencia para crecer, lo que necesitás es una buena actitud, algo que me gustaría que pasara en mi país.

A mi me pasó de hecho en Argentina, que recién recibida me pedían de todo y así es difícil insertarse en el mercado laboral. Acá las posibilidades están para todos por igual y es más una cuestión personal hasta dónde quieras llegar. Ser mujer en el agro argentino es complicado. Yo hace varios años que me fui, quizás ahora cambió el panorama, pero en el momento en que estaba, era complejo conseguir una posición como agrónoma en el área de producción, siendo mujer, y menos sin experiencia, pero reconozco que tengo amigos que se insertaron bien en el mercado laboral.

-¿Cómo es el famoso sistema lechero neozelandéz?

-El sistema que manejamos en mi zona es un sistema 2, porque el nivel de suplementación utilizado para dar de comer a los animales es prácticamente nulo. Lo único que hacemos es darles una pastura a base de rye grass y trébol blanco, las cuales hacemos con riego porque de lo contrario no podrían crecer en verano. En invierno directamente no crecen y por eso es que pasamos a las vacas a campos donde puedan consumir cultivos forrajeros. Uno de los más comunes acá es el “fodder beet”, una remolacha forrajera que llega a rendir hasta 30 toneladas de materia seca por hectárea, que aparte tiene mucha energía, por ende es un buen alimento para poner peso a las vacas.

El campo al que pasamos a nuestras vacas queda a poco más de una hora de donde está el tambo, así que todos los días viajamos ahí para darles de comer. A su vez hay que ´transicionarlas´ a este cultivo porque puede generar acidosis ruminal, por eso tenemos tres semanas de transición y en ese periodo les damos pasto y rollo de rastrojo de cebada.

A fines de julio ya empiezan las pariciones, por ende las volvemos a traer al tambo para que vuelvan a acostumbrarse al pasto de vuelta, y así poder volver a ordeñarlas. Este año pasamos casi dos meses sin ordeñarlas.

Luego el sistema es super diferente al de Argentina; acá es todo muy estacionado. Por ejemplo, ahora estamos en parición, luego empieza la inseminación, luego es sólo ordeñe y después secado de las vacas y darles de comer en el otro campo, lo que hace que no se vuelca tan rutinario. Por eso me gusta el sistema neozelandés. En cambio, durante mi paso por un tambo australiano, es como que hacíamos todo junto, estábamos alimentando terneros, secando vacas, transicionando otro tanto y me parecía aburrido y rutinario.

-¿Cómo es un día de tu vida en Nueva Zelanda?

-Mi día empieza muy temprano porque el primer ordeñe es a las 5, pero si puedo levantarme más tarde me gusta desayunar con mates. Acá por fortuna se consigue yerba y ahora que han vuelto las exportaciones argentinas podemos hasta pedir encomiendas de cualquier cosa. Quizás ustedes están habituados a tener a diario determinadas golosinas o masitas. En cambio yo ahora estoy en la otra punta del mundo y a veces digo ´qué ganas de comerme unos bizcochitos´. En general dulce de leche puedo conseguir en algún supermercado de acá, aunque no todas las marcas.

Ahora estamos ordeñando a las vacas, le damos de comer a los terneros y pasamos buena parte del día en el tema de alimentarlos, ya que hay que darles rollos. Después de trabajar suelo hacer planes con amigos sudamericanos, mayormente argentinos y tamberos, y con esto de que tenemos horarios tan raros nos juntamos muy seguido entre nosotros. Mateamos y es lindo tener el vinculo con mi país a través de ellos, al menos una vez por semana.

Una vez que arrancan las pariciones, llego de trabajar y me gusta descansar más. Acá, al levantarme tan temprano ceno antes y a las 21:30 ya estoy durmiendo. Ese fue otro hábito que debí cambiar al venir para acá; los neozelandeses cenan muy temprano, algunos lo hacen a las 18, pero por suerte me adapté bastante bien.

La ventaja de trabajar en horarios rotativos, hace que trabajemos 8 días y tengamos 2 días libres, y otras veces tengamos 3 días libres, así que en esos momentos aprovecho a viajar y alejarme del tambo para desconectarme un poco. Tengo el mar muy cerca y un perro, con el cual me encanta caminar por la playa.

-Te vuelvo a consultar sobre el sistema lechero de Nueva Zelanda. ¿Qué lo hace tan simple y efectivo?

-El sistema neozelandés es mucho más simple, sobre todo en las comidas. Acá la base es pastura y los animales son mucho más chicos. La raza típica es la Kiwi Cross, una cruza entre Holstein y Jersey, con conversión eficiente de forraje a sólidos en leche. Por lo general son vacas marrones, de 450 kilos de promedio y entonces tienen menos requerimientos de comida y con la pastura están bien. Buscamos mucho la fertilidad, y hacemos inseminación artificial con el objetivo de mejorar la genética, parecido a la Argentina en eso. Otra particularidad es que acá no ordeñamos a las vacas durante el invierno y la guachera de terneros es colectiva, con un tráiler que dispone de 60 tetinas alrededor para darles de comer. En Argentina en cambio usan más la estaca individual. Nosotros ahora tenemos, por ejemplo, dos tráileres para alimentar a 120 terneros por potrero.

Los terneros permanecen en galpones y una vez que juntamos 70 u 80 ya los sacamos afuera para que ingresen al mismo potrero junto a las vacas para que coman pastura. Entran a cobertura de 2200 kilos y ahí los vamos moviendo. Les damos la leche ahí también y eso también hace una diferencia al respecto del sistema argentino.

-¿Y cómo es la calidad de vida neozelandesa?

-Ahí está la principal diferencia. Acá hay más rotación en la mano de obra, tenemos francos habituales, los sueldos son muy buenos, te ofrecen buenas casas, los caminos son espectaculares, jamás te vas a quedar encajado porque es clave que los camiones que retiran la leche puedan transitar, tenemos wi fi, luz, tenemos el correo que llega a la tranquera de nuestras casas. Es como que no sentís que vivís en medio del campo aunque vivas a 25 minutos del pueblo más cercano.

-¿Cómo es la exigencia en cuanto a lo sanitario y el cuidado ambiental?

-Acá en Nueva Zelanda cuidan mucho el bienestar animal y cada vez se vuelven más exigentes con los cuidados ambientales, con el uso de antibióticos y con la calidad de la leche. Son tan detallistas que creo que eso es lo que los vuelve lideres.

-¿Y qué hay del precio pagado por la leche? ¿Es mejor que en Argentina?

-Si. El precio de la leche es otro plus. Nosotros por ejemplo le vendemos la leche a Fonterra que es una cooperativa. Los dueños de nuestro tambo tienen acciones allí, entonces ellos cobran bien. A su vez, el 95% de la producción de todo el país se exporta, por ende el precio obtenido es en dólares y al ser una cooperativa no hay mano negra; a cada uno le toca lo que le debe tocar. Si el precio de la leche sube todos ganan y viceversa si el precio baja. Es acorde al mercado internacional y no depende de lo que una empresa diga. Luego, no todos tienen acciones ya que para hacerlo se requiere de una inversión muy grande, pero también se puede vender la leche a Fonterra y los precios siguen siendo buenos.

Acá la lechería es rentable por lo general y al no tener tantas variables en juego uno puede mantener los costos de producción constantes y bajos en lo posible. Ahora bien, donde empezás a ingresar suplementos como granos ya juegan otras variables en el precio y ahí los costos varían mucho, pero al ser tan simple nuestro sistema podemos mantener los costos bajos.

-¿Cómo se organiza el ordeñe en el tambo que gerencias?

-Tenemos 740 vacas con lo cual la carga animal es de 4,1 vacas por hectárea en 180 hectáreas, o sea que la carga es alta. En el campo tenemos un tambo calesita interno. Normalmente en los tambos calesita la gente se para fuera del circulo y las vacas entran derecho. Pero en este tambo no es así, la vaca entra para adelante y luego debe hacer marcha atrás, y nosotros nos colocamos dentro de la plataforma de modo tal que podemos verlas a todas sin tener que pegar toda la vuelta en el circulo como sí lo requiere un tambo calesita común. Pero esto también tiene sus desventajas ya que no es natural para la vaca que deba hacer marcha atrás, y entrenarlas en eso a veces se vuelve una pesadilla. La ventaja es poder ver el ordeñe integral desde dentro del circulo.

Tenemos dos rodeos y un tercero más chico con las vacas que están en tratamiento con antibióticos y enfermedades. Ordeñamos dos veces: a las 5 dos horas y media y a las 14 lo hacemos durante dos horas. Teníamos 660 vacas la temporada anterior y este año llegamos a 740. Al principio tardábamos más por las vaquillonas, que no sabían qué tenían que hacer, pero el tambo calesita en general hace las cosas mucho más simples. Tenemos removedores automáticos de pezoneras, con lo cual sólo se requiere de una sola persona para ordeñar y de otra persona para buscar los rodeos.

-¿Pensás volver a la Argentina María?

-Volver a Argentina es complicado. Extraño a mi familia y amigos, trato de ir una vez cada dos años y que alguien de mi familia venga una vez por año a visitarme, pero volver definitivamente no es una opción para mi salvo que algo me salga muy mal acá o que no pueda obtener mi residencia. Me da tristeza decirlo porque Argentina siempre será mi hogar, pero las posibilidades y el bienestar con que se vive acá son algo irreemplazable.

-¿Tan diferente es la calidad de vida?

-Si. Acá yo veo que, si bien ahora tenemos un gobierno más socialista que ayuda poco al campo, se ven mas facilidades para invertir, para progresar y no hay tantos impuestos a la producción. Es decir, hay impuestos y son altos pero así y todo la ecuación sigue siendo rentable y se ayuda a los productores. Por ahí se nos complica que hay cada vez más cambios en lo ambiental que aún no sé como llevaremos a cabo. Por ejemplo están restringiendo mucho el uso de nitrógeno, uno de los principales factores de producción de pasto para nosotros. A su vez las políticas migratorias complican la búsqueda de personal. No hay gente para trabajar y el gobierno socialista quieren que contratemos a los neozelandeses, pero estos no quieren trabajar en el tambo.

Por otro lado, acá vos sos tu propia limitante, en cambio en Argentina el progreso es difícil. Lo veo en mi hermano y en mis amigos, quienes pese a intentar crecer, no saben cómo saldrán las cosas cada año, si habrá nuevos impuestos, si pondrán mas retenciones. Es difícil trabajar en el campo de modo tan sacrificado con la incertidumbre que te da Argentina.

Yo ya tengo mi novio y mis amigos acá. Es como que ya acepté mi lugar en Nueva Zelanda. Además tengo seguridad y tranquilidad; mi auto siempre queda abierto con las llaves dentro, mi casa nunca se cierra con llave, ni cuando me voy de viaje. Esa tranquilidad no la cambio por nada. Y me doy más cuenta de lo bien que vivo acá cuando vuelvo a Argentina y otra vez me vuelve el estrés de cuidar mi cartera y celular, de mirar a todos lados y de sentirme insegura. Acá esas cosas ni las pensamos si bien han empezado a verse algunos casos de robo. Parece paradójico porque la gente de acá me suele decir que están mal y yo les digo ´vayan a Sudamérica dos meses a darse cuenta lo que es vivir con inseguridad´.

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