El punto crioscópico es un parámetro que se analiza para medir la cantidad de agua que tiene la leche. Se trata de un valor negativo, de manera que, si sube la presencia de agua en la leche los ganaderos son penalizados por la industria láctea que les compra el producto, penalización que se traduce en una reducción en el precio final a percibir en concepto de primas de calidad.
La mayoría de empresas ponen el punto de corte del punto crioscópico en -520, mientras que otras lo tienen en -517, de manera que las granjas que no superen esos niveles son penalizadas.
Hasta el año 2012, el LIGAL era el encargado de establecer, en función de los valores de las muestras, el porcentaje de agua añadido. Sin embargo, a partir del año 2012, cada industria comenzó a establecer parámetros diferentes, incluyendo además el punto crioscópico como un nuevo criterio de calidad en el marco del que se conoce como «doble A».
Se trata de un punto de litigio recurrente entre ganaderos e industrias lácteas que según los primeros es empleado por la industria para bajarles el precio de la leche de forma arbitraria.
El punto crioscópico es un parámetro que varía considerablemente entre explotaciones, con valores normales que oscilan entre los -517/18 y los -530 miligrados. Esta variabilidad se debe a múltiples factores, entre los que destaca la genética o la alimentación. Además, hace falta subrayar que este parámetro experimenta variaciones significativas a lo largo del año, especialmente en los meses de mayor temperatura. Los valores medios recogidos por el LIGAL muestran un incremento de 4 miligrados en los meses de verano respecto de los meses con valores más bajos, con una tendencia a una variación mayor, consecuencia también de días con temperaturas esageradamente altas.
Además, con la experiencia acumulada, desde la organización agraria defienden que “no deberíamos establecer valores genéricos, como se hace actualmente, sino apostar por puntos crioscópicos específicos para cada explotación, que, además, varían a lo largo del año”.
“Se está haciendo un uso indebido de este parámetro por parte de las industrias. Por una parte, están reduciendo los niveles -pasando de -512 a -519- para determinar la presencia de agua añadida en la leche, lo que va en contra de las evidencias científicas y de las prácticas de otros países. Estos, basándose en las mismas evidencias, aumentaron el nivel para considerar un positivo por agua añadido”, explica Óscar Pose, responsable del sector lácteo en Unións Agrarias. Valga como ejemplo que en Francia el punto crioscópico está en -506 y en Holanda en -510.
Por otra parte, advierten de que “las industrias intentan confundir la calidad con la presencia de agua añadida, incluyendo en primas adicionales, comúnmente denominadas como «Doble A», niveles aún más restrictivos del punto crioscópico”. “Esto tiene menos sentido que lo anterior, pues o se añade agua o no, pero la variación del punto crioscópico dentro de un rango no implica más o menos calidad de la leche. Lo que sí implica es un sistema utilizado por las industrias para evitar pagar esta prima a muchas explotaciones, obteniendo así un lucro indebido” concluye el representante de Unións Agrarias.
Por todo esto, y dentro de la campaña “Precio Justo Ya! La leche gallega es de primera. Los precios y los contratos de tercera” , que acaba de iniciar la organización agraria, se reclama “no usar el punto crioscópico como herramienta de descuento injustificada a los productores usando únicamente criterios técnicos acordados con los productores”.
El punto crioscópico establecido por la industria en Galicia y en otros países:
