En la última reunión de la Mesa Técnica Lechera de Crea, asesores de diferentes cuencas tamberas abordaron la delicada situación registrada en el sector
"más allá de los matices locales, en general se observó un bajón productivo asociado a una merma de las producciones individuales"

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Datos oficiales publicados por la Dirección Nacional de Lechería revelan que, en febrero pasado, la producción láctea argentina fue de 686 millones de litros, una cifra que representa una caída interanual de nada menos que el 17,8 por ciento.

Normalmente la producción en el mes de febrero baja entre 6 y 8% respecto a enero (en promedio diario), pero este la caída fue del 12,1%, “producto de los elevados Índices de Temperatura y Humedad registrado en la mayoría de las regiones productivas”, indicaron desde el Observatorio de la Cadena Láctea (Ocla). Así, febrero de 2024 mostró el valor más bajo de febrero de los últimos 5 años.

La problemática también llegó a la reunión mensual de la Mesa Técnica Lechera de CREA, donde asesores de diferentes cuencas tamberas manifestaron que, más allá de los matices locales, en general se observó un bajón productivo asociado a una merma de las producciones individuales.

Uno de los factores que pueden haber contribuido a la caída de las producciones individuales obedece al hecho de que, ante la enorme distorsión de precios relativos ocurrida en el último bimestre de 2023, las dietas de los animales experimentaron, en muchas situaciones, cambios abruptos que alteraron la productividad de las vacas.

Subproductos y balanceados

En ese marco, además de interrumpirse en algunas situaciones la comercialización de subproductos y balanceados a la espera de la devaluación –que finalmente se instrumentó a mediados del mes de diciembre–, la incertidumbre sobre el valor relativo de la leche en el nuevo escenario económico hizo que se recortaran y modificaran las raciones ofrecidas.

La degradación de la calidad de las dietas, junto con los golpes de calor ocurridos en el transcurso del primer bimestre de 2024, terminaron por definir una situación poco favorable para el confort de la “fábrica” lechera.

Adicionalmente, luego del desastre climático ocurrido en el ciclo 2022/23, algunas cuencas lecheras contaban con pobres o nulas reservas forrajeras, así como también con escasa liquidez para recomponerlas por medio de la adquisición de recursos forrajeros en el mercado.

En lo que respecta a los sistemas intensivos, la aceleración inflacionaria provocó, además, un impacto enorme en lo relativo al incremento de los costos energéticos.

Los asesores Crea indicaron que la reducción en las producciones individuales resultaron menores en aquellas empresas que, ante la incertidumbre, mantuvieron constantes los diseños de raciones ofrecidas.

En términos estructurales, estos datos son útiles para evidenciar la sensibilidad de la actividad lechera frente a cambios macroeconómicos abruptos, los cuales pueden generar impactos productivos que posteriormente son muy difíciles de recuperar cuando las variables económicas se estabilizan.

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