Industrias y ganaderos, individualmente o través de sus organizaciones de productores, mantienen negociaciones parar renovar acuerdos sobre los precios de la leche para los próximos meses. Estas negociaciones se desarrollan en un contexto marcado por la incertidumbre, pero también por los vientos a favor de las subidas de las cotizaciones al alza de algunos de los productos derivados más importantes, como la nata o la mantequilla. A ello se suman las mayores importaciones de leche en polvo por parte de las autoridades chinas. Aunque las negociaciones se hallan prácticamente cerradas en Galicia o Cantabria, sobre la mesa están los precios en el resto de los territorios.
Frente a unas cotizaciones medias hoy para los ganaderos en el entorno de 0,47 euros por litro, en medios del sector se estima que se deberían situar -y se espera que lleguen- en los 0,50 euros para responder a los mayores costes de producción. En cualquier caso, habría que remontarse a enero de 2023 para ver precios de 0,60 euros.
Desde la organización de productores Agaprol, ubicada en Castilla y León pero con presencia en otros territorios, se considera que hay sobradas razones para las subidas, como el incremento de la demanda, unas menores importaciones de queso barato desde otros países comunitarios por la menor oferta ante la subida de los precios de productos derivados como nata o mantequilla o, simplemente, por la existencia de precios superiores en otros países comunitarios.
En este contexto, desde la producción, Ramón Artime, responsable del sector en ASAJA, entiende que los mercados están jugando a favor de los intereses de los ganaderos, por lo que considera que los productores deben negociar sin prisas los nuevos precios al alza que hagan rentable la actividad de las explotaciones y con ello tratar de parar la corriente de abandonos y escaso nivel de relevo generacional. Estima preocupante el envejecimiento de los ganaderos y el cierre de las pequeñas explotaciones viables que arrastran al abandono del territorio.
Según los datos manejados por el sector, en el último mes se ha registrado un incremento en los precios de la mantequilla hasta los 780 euros por cada cien kilos, al igual que ha sucedido con la nata. En la misma línea está el impacto positivo de la mayor demanda de leche en polvo por las autoridades chinas. Esta mayor demanda de ese tipo de productos, y especialmente de la nata, se ha concretado en una menor producción de quesos baratos en los países comunitarios de los que anualmente llegaban a España a bajos precios unas 260.000 toneladas. Este descenso en las importaciones supone un evidente impacto positivo sobre todo el sector.
A favor de los ganaderos, en este contexto de incertidumbre, juega en la actualidad el comportamiento discreto de los costes de los cereales. Sin embargo, no sucede lo mismo con el desarrollo de los precios de otros medios de producción.
Las preocupaciones en el sector de la leche no solamente se ciñen a la parte de la producción en el campo. También cuenta la parte industrial en el marco de un cadena alimentaria en la que, a la postre, mandan los intereses o la estrategia de la gran distribución de cara a mantener o incrementar sus cuotas de mercado ante los consumidores. La leche sigue siendo un producto básico en la dieta de los hogares y por ello se sigue considerando como un producto reclamo para la cesta de la compra.
Desde la organización de consumidores Facua se denuncia la existencia de los mismos precios en sus marcas blancas en las principales cadenas de distribución, con 91 céntimos para la entera, 83 para la semidesnatada y 80 para la desnatada. En ese grupo que supone la mayoría de las ventas de la gran distribución, según la organización de consumidores, se hallan nombres como Hipercor, Dia, Alcampo, Carrefour, Lidl o Aldi, colectivo al que se sumaría la política de precios a la baja para su marca de Mercadona debido a su gran peso negociador con los proveedores industriales, ya que aglutina una cuota de mercado del 26%.
Importación y exportación.
España cuenta con una producción de leche de vaca a la baja de unos 7,3 millones de toneladas y una demanda de unos 10 millones de toneladas de leche y de productos lácteos. A la vez, tiene unas importaciones medias de leche y otros productos equivalentes de casi 4,5 millones de toneladas, de las que solo unas 100.000 son de leche; del resto, la mayor parte la copan 169.000 toneladas de yogur y, sobre todo, las 360.000 toneladas de quesos que llegan, además de las casi 50.000 toneladas de nata y 30.000 de mantequilla. En dirección contraria, la exportación supone el equivalente a 1,5 millones de toneladas y ahí destacan 100.000 toneladas de leche, 160.000 de yogur y 120.000 de quesos. En quesos, un kilo equivale a una media de siete litros de leche.
Aunque en los últimos tiempos con la reducción de los precios de los cereales se han ajustado también una parte de los costes de producción, el sector se enfrenta habitualmente a un problema de rentabilidad que se ha reflejado fundamentalmente en la reducción del número de explotaciones y de animales, así como en un envejecimiento de los ganaderos. Frente a las 14.000 explotaciones de 2018, en la actualidad no se llega a las 10.000 y la cabaña se ha reducido de 1,1 millones de cabezas a menos de 800.000, aunque la mayor calidad de las mismas hace que apenas se haya resentido la producción global. No obstante los efectos escasos de ese proceso de reestructuración sobre la oferta, los problemas más importantes en el sector vienen de la mano de la falta de relevo generacional si se considera que un 14% de los ganaderos tiene más de 65 años, que casi un 40% se halla entre los 55 y los 65, y que el porcentaje de profesionales con menos de 25 años no llega al 1% y solo el 6% se halla entre los 25 y los 35 años.
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