Muchas de ellas son pequeñas industrias que vuelcan al mercado local leche fresca, tarifada por el Poder Ejecutivo, y que reciben precios que en muchos casos los catapulta en serios problemas económicos y financieros. En muchos casos no pueden pagar precios que sí enfrentan industrias más grandes, provocando fuga de productores del rubro o hacia otras empresas. Y de a poco se va desmantelando la cuenca lechera del país, que permanentemente ve como se siguen cerrando tambos.

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En entrevista con La Mañana el Ingeniero Agrónomo y Master en Agronegocios Guillermo Trajtenberg propone algunas alternativas que ya dieron resultados en países de punta.

Que “el sector lácteo está espectacular” es un mito que hay que derribar porque si bien “hay algunos sectores que están bien” y que venían de una situación muy complicada “han podido traccionar últimamente” como resultado de los buenos precios internacionales de los productos que exportan. Estas fueron las primeras reflexiones del Ing. Agr. Trajtenberg para quién sectores asociados a la agro exportación “sobre todo a la principal cooperativa” como lo es Conaprole usufructuaron de “un precio de la leche en polvo muy bueno y han podido mejorar sus resultados”. Este escenario le ha permitido a esas industrias “pagar mejor el litro de leche al productor” que las que solo abastecen las góndolas en el mercado local.

En contrapartida existen otras industrias más pequeñas (la mayoría) que atienden al mercado interno y sobre todo que ofrecen “leche fresca” que están pasando zozobras financieras. Para Trajtenberg “la leche fresca es un taxi” por ser un negocio regulado, dónde el margen es muy pequeño. Algunas de las empresas que ofrecen este tipo de producto viven situaciones muy complejas con márgenes negativos y situaciones financieras complicadas.

Números que empujan la fuga de productores

Mientras los productores recibían 21,04% de aumento por su producción remitida (según datos del Instituto Nacional de la Leche), a los industriales apenas se les incrementaba por inflación. Este desfasaje “les atacó directamente a sus finanzas y les ha generado un dilema muy complicado dónde o bien pagan lo que deberían pagar el resto de la industria para mantener a sus productores (y eso hace que se desfinancien o cierren) o directamente no pagar eso (que es lo que ha pasado en algunos casos) y así se produce la constante fuga de productores.

Lo más preocupante “es que los incentivos actuales y la estructura de mercado es un poco perversa” y se ve reflejado en el cierre de tambos y “pérdida de cuenca”. El escenario fue benigno en términos globales debido a que esta caída en el número de productores fue compensada con un aumento de productividad reflejado en términos de litros de leche. Ello fue logrado a expensas de costos de producción muy elevados que encienden las primeras luces amarillas cuando vemos que el precio de la leche en polvo comienza a retroceder.

La interrogante es si hay interés en impulsar al sector

El cierre de tambos implica que “una vez que (un tambero) toma de decisión de salir es una perdida que no es reversible”. La lechería es un rubro asociado a emprendimientos familiares dónde prácticamente no existe reconversión “porque no hay movilidad cómo hay en otros sectores” dónde el salto desde la ganadería a la agricultura es más dinámico.

La pérdida de cuenca lechera en el país es un problema que se ha profundizado en el tiempo. En los últimos años se han reportado 500 cierres de tambos en el país en un rubro donde se produce básicamente a pasto natural durante prácticamente todo el año, en un contexto familiar y con un alto contenido pasional por la lechería. En cierto momento de la entrevista se preguntó si la lechería es uno de los sectores que más derrama en la economía “porqué no estamos haciendo nada para fomentar el semillero de nuevos tamberos”.

Según datos de Inale el precio de la leche que paga la industria al productor se incrementó 21% en 2021. Sin embargo esa misma leche (elaborada, pasteurizada, embolsada y puesta en planchada) tuvo un aumento en la tarifa decretada por el Poder Ejecutivo de tan solo 9,71%. El 10 de marzo de 2022 el Poder Ejecutivo fijó un nuevo precio para la leche tarifada “con lo cual eso volvió a afectar nuevamente a las pequeñas industrias” y se otorgó un aumento solamente del 2,71% para el precio que recibe la industria láctea en la planchada “cuando la variación del IPC (Índice de Precios de Consumo) en ese periodo había sido del 5,67%”. “Una vez más vemos una contradicción desde el punto de vista político, porque públicamente escuchamos declaraciones de interés en apoyar al sector -y que tiene sentido- y sin embargo estas medidas van en contraposición de esas intenciones”.

En este contexto las empresas tienen dos caminos “o bien tratamos de acompasar a la industria con lo que pagamos a los productores y empeoramos nuestra situación económica y financiera o perjudicamos al productor” que de por sí tiene una capacidad de compra de su leche muy reducida.

Tal vez haya que bucear en experiencias más exitosas

Tal vez la receta de Nueva Zelanda pueda servir como alternativa para resolver los problemas de la industria local. La creación de Fonterra a principio de este siglo con la fusión de las dos mayores industria lácteas tuvo como objeto el de tener una empresa trasnacional y competitiva en el mundo para lo cual se necesitaba de “una empresa muy grande y eficiente”. Además se le agregó “un paquete regulatorio bastante pesadito” donde se la obligaba a desarrollar una serie de concesiones a su competencia como “darle leche” entre otros aspectos. Tras veinte años de funcionamiento los resultados fueron muy positivos, siendo que la producción de leche se duplicó en ese país.

El entrevistado coincide en que Conaprole como en su momento fue Fonterra para Nueva Zelanda “es algo muy necesario” para el sector lácteo de nuestro país. Reconoció el trabajo que desarrolla, tanto a nivel de colocación internacional, desarrollo de prácticas sustentables como en el apoyo de los productores. No obstante, entiende que ello excluye a un gran número de industrias que presentan una realidad muy diferente a la de Conaprole, donde el denominador común es la escasez de leche y en otros casos más graves se suma un alto endeudamiento e incluso serios problemas de solvencia. ¿Es posible encontrar mecanismos virtuosos que permitan desarrollar a Conaprole y estimulen al resto de la industria?, se preguntó. Nueva Zelandia, aparentemente parece haber encontrado el camino.

Para revertir esta situación Trajtenberg planteó tres alternativas. La primera de ellas fue la reforma regulatoria desarrollada en Nueva Zelanda con la creación de Fonterra y que ha sido exitosa desde entonces. La segunda tiene el mismo origen y se basa en el modelo sharemilking -estructura dónde empresarios operan los tambos y comparten costos e ingresos con los dueños de los establecimientos-, dónde además uno puede empezar con muy poco, ordeñando vacas y armando su capital con un porcentaje de la leche remitida hasta obtener el 50% de la participación total. La tercer propuesta consiste en la posibilidad de un banco de queso -modelo tomado del sistema italiano-, donde se les estaciona el queso que tienen garantía a través de ellas se les dan créditos muy baratos.

Encaje lechero

Uruguay tiene la posibilidad de ser un actor relevante a nivel mundial, sustentado en sus niveles de exportación, condiciones climáticas favorables y un know-how de gran nivel, que permitiría en el largo plazo duplicar su producción.

Debe enfrentar dos desafíos: revertir la reducción de su cuenca lechera y la creciente concentración de la industria.

Para ellos puede mirar a Nueva Zelanda que resolvió la situación creando Fonterra y aprobando una legislación antimonopólica para mejorar la competitividad entre las empresas. Estas medidas obligaban a Fonterra a suministrar leche a otras industrias, permitir el libre ingreso y egreso de productores, no discriminar entre productores, permitir a sus proveedores suministrar hasta el 20% de su producción a otras industrias independientes y fijación de precio mínimo.

El encaje lechero donde un % mínimo de la remisión de leche debe quedar afectada para ser potencialmente comercializada entre industrias puede ser una buena opción. De esta manera se aseguraría una cuenca lechera estable.

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