El sector ganadero colombiano mira con prudente optimismo hacia el año 2025, después de atravesar un periodo de desafíos económicos y de seguridad. Según las proyecciones de la Oficina de Planeación y Estudios Económicos de Fedegán-FNG, el próximo año podría marcar el inicio de una recuperación gradual para el sector ganadero en nuestro país.
2025
La desaceleración que experimentó el país en los primeros meses de 2024, producto de altas tasas de interés y una inflación persistente, afectó directamente el consumo de bienes como la carne y los lácteos.

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De acuerdo con el informe «Entorno actual de las cadenas de valor de la ganadería colombiana» de la Oficina de Planeación y Estudios Económicos de Fedegán-FNG , la desaceleración que experimentó el país en los primeros meses de 2024, producto de altas tasas de interés y una inflación persistente, afectó directamente el consumo de bienes como la carne y los lácteos.

Sin embargo, con un crecimiento de la economía proyectado en 2,7 % en 2025 (una mejora en comparación al pronóstico de 1,8 % para 2024) y una reducción de la inflación, que podría estabilizarse en torno al 3% en 2025, permita una mayor dinamización del consumo.​

A juicio de Óscar Cubillos, jefe de la Oficina de Planeación y Estudios Económicos de Fedegán-FNG, el próximo año podría marcar el inicio de una recuperación gradual para las cadenas cárnica y láctea del país, luego de 4 años de fuertes golpes que comenzaron con la pandemia en 2020 y continuaron el paro nacional en 2021 y la desaceleración de 2022 y 2023. Aunque en 2024 se vio una recuperación, esta no fue plena:

«El 2024 no fue ni el mejor ni el peor de los años para la economía nacional. Ha sido un punto de inflexión, donde se rompe la tendencia de pasar de un decrecimiento a un leve crecimiento, pues hasta el primer trimestre de este año veníamos en desaceleración. Como en 2023 tuvimos un escenario de estancamiento, la pequeña recuperación del segundo semestre de 2024 es positiva, pero tampoco es que haya tenido resultados sobresalientes».

Un factor determinante en este contexto es el incremento del salario mínimo, que se espera aumente un 7,69%, alcanzando los 1.400.000 pesos colombianos. Esta medida, junto con la estabilización de los precios, podría traducirse en una mayor capacidad adquisitiva para las familias, lo que beneficiaría directamente a los sectores cárnico y lácteo, especialmente en la demanda de productos básicos como la leche y la carne.

Cadena cárnica: estabilidad interna y desafíos externos

El sector cárnico colombiano enfrenta varios retos para el 2025. Aunque el precio de la carne se ha mantenido relativamente estable en 2024, con un incremento en el IPC de apenas 0,53%, las exportaciones han perdido competitividad debido a la apreciación del peso colombiano frente a monedas como el real brasileño. Este fenómeno ha desincentivado la exportación de carne y animales en pie, afectando los ingresos de los productores.

A pesar de estos obstáculos, se espera que el sacrificio formal de bovinos muestre una recuperación gradual en 2025, impulsado por una mayor estabilidad en los precios internos y una mejora en las condiciones macroeconómicas, como la tasa de interés y el tipo de cambio. A finales de septiembre de 2024 la tasa de interés está en 10,74 %, mientras que la inflación anual es de 6,86%. Como explicó Cubillos, todavía está alta, pues debería estar alrededor 8 a 8,5 %.

«¿Qué se esperaría en 2025? Que la tasa de interés esté muchísimo más baja porque eso reaviva el consumo. Por su parte, la tasa de cambio podría repuntar un poco porque estamos en los escenarios que el mercado percibe como riesgosos, lo que hace que la tasa de cambio fluctúe hacia arriba. Además, con la baja de la tasa de interés, la tasa de cambio también va a subir por temas de rentabilidad de capitales», precisó el experto.

Respecto a la cadena cárnica, el economista advirtió que la competencia desleal por parte del sacrificio clandestino sigue siendo una preocupación significativa, con estimaciones que indican que entre el 40 % y el 45 % del sacrificio total en el país se realiza de manera ilegal. Este problema afecta tanto a los productores como a la industria frigorífica formal, que continúa luchando por mantener su rentabilidad.

En términos de consumo, se espera que los colombianos mantengan un nivel promedio de 18 kg/persona de carne de res en 2024, pero con la posibilidad de una leve mejora en 2025 gracias al aumento del ingreso disponible. No obstante, el consumo clandestino de carne, debido a su menor precio, sigue siendo una amenaza para la cadena de valor formal, que enfrenta dificultades para competir en igualdad de condiciones.

Cadena láctea: exceso de oferta y precios en caída

La cadena láctea, por su parte, ha sufrido una crisis prolongada que ya lleva más de 18 meses, causada en gran parte por la caída del consumo de leche en el país. Desde 2021, el consumo per cápita de leche ha disminuido en más de 15 litros por persona, una tendencia que, según las proyecciones, podría continuar en 2025 si no se toman medidas correctivas.

El exceso de oferta ha provocado una caída en los precios pagados al productor, a pesar de un aumento del 6,4% en la producción de leche cruda en el segundo trimestre de 2024. Cubillos comentó: «En leche hay una problemática muy particular, pues los comercializadores industriales no han querido bajar precios, a sabiendas de que el pago al productor ya ha bajado. Pero bueno, el consumo también viene tomando dinamismo».

El exceso de oferta en el sector lácteo ha sido otro de los problemas que han afectado a los productores. En 2024, se registró un crecimiento del 6,4 % en la producción de leche cruda en el segundo trimestre, pero este aumento en el volumen no se ha traducido en un mayor valor, ya que los precios pagados al productor han caído considerablemente. Para 2025, las condiciones climáticas podrían ser un factor decisivo: se anticipa un clima más seco, lo que podría reducir la producción y equilibrar el mercado.

Otro desafío para el sector es el alto nivel de inventarios de leche en polvo, que ha llevado a las industrias procesadoras a acopiar menos leche fresca, lo que afecta directamente a los productores. A pesar de las medidas temporales, como un arancel adicional del 4,86% a las importaciones de leche en polvo desde Estados Unidos, los efectos han sido mínimos, y se espera que el gobierno continúe evaluando soluciones más sostenibles para proteger la producción nacional.

Importaciones, competitividad y seguridad

Un tema que afecta tanto a la cadena cárnica como a la láctea es la competencia de productos importados. En el caso de la carne de res, si bien las importaciones representan solo el 1,7 % de la producción formal, la entrada de pollo y cerdo importados, que suman 97.000 toneladas en 2024, ha generado una fuerte competencia para la carne bovina.

En el caso de los lácteos, las importaciones han alcanzado las 38.000 toneladas hasta julio de 2024, lo que equivale a más de un mes de acopio para la industria nacional. Esto, sumado a la falta de contribuciones fiscales de estos productos importados, ha generado una desventaja competitiva para los productores colombianos.

El ajuste del salario mínimo también jugará un papel importante. Como indicó el experto, el reajuste al salario mínimo que en los años anteriores había más elevado por las pasadas inflaciones (en 2023 subió 16 % y en 2024 12 %), este año podría ser menor, de entre 6 y 7 %. Este ajuste más moderado podría ayudar a controlar los costos de producción sin sacrificar el poder adquisitivo de los trabajadores.

Sin embargo, Cubillos adviertió que 2025 no será necesariamente «el mejor año», pues si bien la economía podría mejorar, un factor crítico que no se puede ignorar es la seguridad. Así lo reconoció al hablar sobre la creciente preocupación de los ganaderos: «Nuestra actividad se desarrolla en lo rural, y si en las grandes ciudades hay un grave problema de orden público, en el campo es mucho peor».

El aumento en crímenes como el abigeato, el carneo, la extorsión y el secuestro ha creado un ambiente de incertidumbre que afecta directamente la inversión y el consumo en el sector, mientras que este año el número de ganaderos asesinados está volviendo a niveles que no se veían hace 20 años.

«Cuando hay una situación de inseguridad y de afectación en el orden público, no solamente es el efecto en quién fue afectado directamente, sino que se genera una situación de miedo. Y para la variable inversión nada más espantoso que el miedo», apuntó.

 

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